miércoles, 24 de febrero de 2010

Haití: ¿Reconstruir qué?


Carlos Malbrán


“Sola
ay estoy sola
Llevé triunfalmente mi cosecha maravillosa
pero los laureles que mueren tienen otro aroma
el aroma desesperado de los adioses sin rencor
se mezclan tanta aspereza y tanta suavidad
que no he remplazado mis pobres flores marchitas.”
Jeanine Tavernier-Louis (Poeta haitiana)

Quisqueya la bella

Quisqueya, (madre de toda la tierra), llamaban los taínos a esta hermosa isla que Haití comparte con la República Dominicana. El ambicioso Colón en su primer viaje la llamó La Española y tan fascinado estaba con Las Antillas que lleno de entusiasmo en su primera carta a los reyes de España les decía:



“La Hipaniola es maravilla: las sierras y las montañas y las vegas y las campiñas, y las tierras tan fermosas y gruesas para plantar y sembrar, para criar ganados de todas suertes, para edificios de villas y lugares…”. Más adelante prometía: “… que pueden ver Sus Altezas que yo les daré oro cuanto hobieren menester…”

Queda claro que el objetivo de aquella travesía era apropiarse de riquezas y a ello se dedicaron los conquistadores sometiendo al trabajo forzado a los naturales. Con tal empeño lo hicieron que ya a mediados del siglo XVI casi no quedaban indígenas y entonces comenzó el otro genocidio: el de los esclavos de África, que fueron traídos por miles a estas tierras para ser explotados salvajemente.

Un siglo después, los españoles abandonaron la parte occidental de la isla, que los nativos llamaban Ayiti, (tierras altas), que no tardaría en convertirse en refugio de piratas ingleses que hacían su agosto atacando barcos españoles y ocupando tierras con el visto bueno de su majestad británica. Pero como no eran sólo los ingleses los que andaban a la caza de una parte del botín recién descubierto, los franceses ocuparon Ayití al que llamaron Saint Dominique y continuaron con la obra genocida y devastadora con grandes resultados. En el siglo XVII Haití era el primer productor mundial de caña de azúcar.

Además de su costo en sangre humana, el precio para Quisqueya fue terrible. Los bosques fueron arrasados para dar lugar a los cultivos de caña, especies, café, chocolate, algodón e índigo y durante la Segunda Guerra Mundial los estadounidenses aceleraron la deforestación para plantar sisal y hevea. La tala continuó con el dictador Duvalier, que vendió al mundo toneladas de maderas finas como la caoba y el resultado es que si al llegar los españoles los bosques ocupaban el 80% del territorio, hoy en Haití se ha reducido al 2% y en República Dominicana al 30%, con las consiguientes consecuencias climáticas.

Al independizarse los Estados Unidos de Norteamérica, se rompe el monopolio comercial británico y la nueva nación cambia sus proveedores de azúcar, que hasta entonces habían sido las colonias británicas de Jamaica y Barbados, reemplazándolos en beneficio de Saint-Domingue. Por entonces Cabo Haitiano, (Cap Haitien), se llamaba Cap Français y era considerado "El París del Nuevo Mundo". Esplendor teñido por la sangre de más de medio millón de esclavos traídos de África, a los que se propinó el peor trato que se registra en las crónicas de la esclavitud. Las torturas y las injusticias fueron alimentando el rencor de una población negra que superaba en un 90% a los blancos que entre propietarios, burócratas, comerciantes y soldados, no sumaban 40 mil, y los cerca de 28 mil mulatos libres, que eran propietarios de un tercio de las plantaciones azucareras y de los esclavos.

La noche del 14 de agosto de 1791

Las plantaciones están adormecidas en la molicie del domingo. Por la tarde ha llovido, pero no ha servido de mucho; casi no ha refrescado, la humedad hace más insoportable el calor de agosto. Ahora la tormenta ha cobrado fuerza y los relámpagos iluminan los anegados trillos secretos de la selva donde la adormidera se frunce al paso sigiloso de los negros que caminan chapoteando como movidos por una voz interior que los convoca.

Empapados por la lluvia, con el agua que les resbala sobre la piel, marchan indiferentes a los truenos y al fango. Van en búsqueda de su destino.

Durante varias noches las voces graves y profundas han brotado del vientre de los tambores transmitiendo el mensaje en un código ancestral que vino desde África, polizonte involuntario en la memoria colectiva de los esclavos. Es la voz de Damballah, Damballah Dios; Damballah serpiente; Damballah protector; convocándolos a Bois Cayman.

Vienen por cientos, desde todas partes convergen en aquel claro del bosque, en el que imponente, los espera Bouckman, el gran bokú, poseído por la fuerza de "Ogún de los hierros, Ogún el guerrero, Ogún mariscal, Ogún de las lanzas", que ahora ha detenido la lluvia para que no apague las hogueras que iluminan todo el lugar, pero quedan los truenos, que me mezclan con el repicar de los tambores y dan un toque fantasmagórico a la reunión.

Sobre un tablado improvisado con troncos para que todos puedan verlo, el gran bokú alza sus brazos y habla:

"¡Escuchadme todos! Bon Dieu, que ha hecho el sol que nos alumbra desde las alturas, que subleva la mar y hace rugir el trueno, oculto en una nube, nos mira. Él ve lo que hacen los blancos.

El dios de los blancos pide crimen. Bon Dieu desea bondad.

Pero Bon Dieu exige venganza. Él dirigirá nuestros brazos. Él nos ayudará. Arrojad la imagen del dios de los blancos que tiene sed de nuestras lágrimas y escuchad la voz de la libertad, que habla a nuestro corazón".

Dicho esto celebró un ritual de sacrificando un cerdo y dio a todos a beber la sangre caliente.

Bailaron después una danza de guerra, prestaron solemne juramento de solidaridad; prometieron liberarse de la dominación blanca y desanduvieron luego los caminos.

Así comenzó la rebelión de esclavos más grande de la historia del continente.

François Dominique

No conocía la libertad.

Había nacido esclavo en la parte occidental de la Isla de Santo Domingo en 1743. África no era para él la nostalgia, sino los de recuerdos de sus padres con los que había sido acunado en la plantación de Bayón de Libertas, donde pasó su infancia de niño esclavo.

Vivaz e inteligente, pronto comprendió que la diferencia entre los mandaban y los que obedecían no estaba solamente en el poder del látigo, sino en saber leer y se aplicó con ahínco estudiar en el poco tiempo que le dejaba su condición de esclavo. Leyó cuanto libro cayó en sus manos, desde las novelas europeas de su tiempo a las "Memorias Militares" de Plutarco o "Epicteto" de Raynal, y por supuesto Voltaire, junto con los enciclopedistas que habían inspirado la Revolución Francesa.

Su inteligencia llamaba la atención de sus amos que lo convirtieron en su cochero y su capacidad de observación lo llevó a estudiar las cualidades de ciertas yerbas de la selva, convirtiéndose en médico de campo.

Fue con este cargo que entró años después al ejército el hombre que conocido como Toussaint L'ouverture se convertiría en liberador de sus hermanos de raza, expulsando a los franceses.

La lucha fue tan terrible como glorioso el resultado. El 1º de enero de 1804 Saint Domique se convirtió en el primer territorio de América Latina que conseguía liberarse del yugo colonial. Era la primera rebelión negra triunfante y dio origen a la primera República negra del mundo. Proclamada la independencia el gobierno revolucionario retomó el nombre de Haití, (Ayiti) y abolió la esclavitud. Osadía que está pagando aún en nuestros días, porque de inmediato todas las “blancas y civilizadas” naciones del mundo, aislaron a Haití, temerosas de que el ejemplo de los esclavos liberados se reprodujera en su misma casa.

En 1792 la Asamblea Nacional Francesa decidió otorgar la ciudadanía a los hombres libres de color y dos años más tarde abolió la esclavitud de todas las colonias francesas.

Pero en 1802 Napoleón decide restablecer la esclavitud y envía a Haití un contingente de 24 mil hombres al mando de su cuñado, el general Leclerc, quien consigue engañar a un grupo de los haitianos prometiendo no restablecer la esclavitud. Toussaint Louverture no cree en esta promesa y lucha. Pero la suerte está echada porque la superioridad del ejército francés es notable en número de hombres y armamento. Toussaint ofrece su capitulación a cambio de quedar libre y de que sus tropas se integren al ejército francés. Más cuando llegan las noticias de la reinstauración de la esclavitud en la colonia francesa de Guadalupe, la traición queda al descubierto y los rebeldes reinician la lucha, pero ya Louverture ha sido capturado y es enviado a Francia donde morirá encarcelado en 1803.

No obstante los haitianos luchan con tal tenacidad que logran vencer a las tropas napoleónicas y entran en Puerto Príncipe, en octubre de 1803. Los franceses que habían perdido miles de hombres se retiran en diciembre y el primero de enero de 1804 se proclama la república.

Francia será siempre una amenaza para la joven nación y la historia nos muestra un caso que puede parecer inverosímil y absurdo: cazaron a hombres como bestias; los esclavizaron y cuando estos obtuvieron su libertad luchando, la nación que había derrocado a la monarquía bajo la divisa de “Libertad, igualdad, fraternidad”, en 1814 exigió a Haití una indemnización de 150 millones de francos oro, que en 1838 rebajó a 90 millones. Un puñado de negros casi desarmados había humillado al ejército napoleónico, y eso debía pagarse muy caro. Recién cuando Haití aceptó pagar, Francia la reconoció como nación independiente y comenzó a percibir las cuotas de la indemnización que Haití terminó de pagar en 1883. Haití es el único caso en América que debió pagar por su libertad un tributo al colonizador.

La Francia republicana, no sólo no indemnizó a quienes había vejado, sino que les cobró y si usamos la calculadora Haití pagó el equivalente a lo que hoy serían 15 mil millones de euros, pero no nos preocupemos, porque el Presidente Sarkzoy en su reciente visita a la zona de desastre prometió que Francia “donará” 326 millones de euros para ayudar a Haití, claro que esto incluye la condonación de 56 millones que la nación caribeña debe. Lo que en buena aritmética nos dice que de las finanzas francesas sólo saldrán 270 millones de euros.

Algo no me cierra bien en las cuentas porque según mi calculadora, después de esta “donación”, o reintegro si queremos darle su verdadero nombre, Francia le quedaría debiendo a Haití 14730 millones de euros más los intereses correspondientes. ¿O no?

Desde siempre el pueblo haitiano ha tenido que soportar invasiones, (de Estados Unidos de Norteamérica desde 1915 a 1934), dictaduras bajo el patrocinio de los Estados Unidos, golpes de Estado y nuevas invasiones, para ostentar el doloroso blasón de ser el país que ha sufrido más cantidad de intervenciones imperialistas en América Latina. Si antaño Haití fue una colonia con mayoría de esclavos, como república nació aislada y sometida a la explotación. Las decisiones sobre lo que debía o no hacerse en el país fueron tomadas invariablemente en el exterior. Pongamos un ejemplo: En 1930, para evitar confusión entre el nombre de la República de Haití y el nombre la isla, la Junta de Geografía de los Estados Unidos (U.S.G.B./United States Geographic Board) decidió, de manera unilateral, nombrar la isla como Hispaniola en homenaje a los colonizadores españoles. Nadie protestó por esto y así fue borrado de un plumazo todo el pasado de los taínos.

En los últimos días el mundo ha sido testigo del drama del pueblo haitiano víctima de una catástrofe natural que no es sino una más de sus penurias que viene a sumarse a la calamidad social y económica a que ha sido históricamente sometido por los amos del mundo y los terratenientes nativos asociados a ellos que lo han convertido en el pueblo más pobre de América.

Un terremoto muy largo.

Más de 300 mil seres humanos quedaron sepultados por el terremoto y a simple vista se puede observar que si las condiciones de vida hubieran sido otras, el número de víctimas habría sido mucho menor, porque Haití no está en ruinas por el movimiento sísmico, sino que lo estaba mucho antes de que este sucediera.

Desde 1957 hasta 1986 el país estuvo en manos del dictador François Duvalier, conocido como “Papá Doc”, que se encargó de instaurar una de las más feroces dictaduras que ha conocido América con fuertes lazos con la Casa Blanca y fue sucedido por su hijo Jean-Claude, que sería derrocado por un golpe de estado.

En 1988 Jean-Bertrand Aristide, un cura salesiano de una pequeña parroquia de Puerto Príncipe declaró: “El imperialismo americano ha sustentado al gobierno de Haití. Las elecciones no son la salida, las elecciones son un modo de aquellos en el poder para controlar al pueblo. La solución es la revolución, primero en el espíritu del Evangelio; Jesús no podía aceptar que el pueblo pase hambre. Es un conflicto entre clases, entre ricos y pobres. Mi trabajo es de predicar y organizar...”. Esto y ser expulsado de la orden fueron la misma cosa, pero en 1991se convirtió en el primer presidente electo democráticamente y una de sus primeras medidas fue proponer un aumento del salario mínimo de 1.76 a 2.94 dólares y si antes lo habían echado de la congregación salesiana, las empresas maquiladoras norteamericanas en Haití, Nike, Levis y Wrangels, entre otras, corrieron a llamar a la CIA que se agenciaron a unos cuantos militares y prepararon y financiaron el golpe de estado que derrocó a tan atrevido presidente, que no entendía algo tan simple como: usted nos deja explotar a su pueblo, enriquézcase y haga como que gobierna.

Pero algo salió mal, a los haitianos esto no les gustó y además hubo una reacción internacional contra el golpe. El remedio fue peor que la enfermedad y el caos paralizó la producción de las empresas estadunidenses, que otra vez tocaron a las puertas de la Casa Blanca para encontrar solución. Aristide fue repuesto en su cargo, después de asegurar la impunidad de los golpistas.

Una vez más las tropas norteamericanas se apropiaron de Haití, ahora con el aval del Consejo de Seguridad de la ONU y ya que estaban se apoderaron de toda la documentación referente a las violaciones a los derechos humanos cometidas por la dictadura militar y es posible que también de las pruebas de la participación de la CIA.

Aristide fue reelecto en 2004. Esto era más de lo que los norteamericanos podían soportar y entonces se encargaron de sitiarlo económicamente y asediarlo con el Fondo Monetario Internacional. El Presidente haitiano no había aprendido la lección, de modo que volvió a insistir con el asunto del salario mínimo, y como si esto fuera poco, tuvo además el atrevimiento de reclamarle a Francia la devolución de aquella “indemnización” de la que ya hemos hablado. Era mucho, Los Estados Unidos y Francia se encargaron de expulsarlo del poder.

Inmediatamente después de la invasión franco-yanqui, el gobierno norteamericano buscó la complicidad de la ONU para crear una fuerza internacional que disfrazada de misión humanitaria mantuviera al país ocupado militarmente, Argentina, Uruguay, Brasil, Chile, Bolivia, el Salvador y Paraguay, y otros, se prestaron al juego. Algunas de las labores “humanitarias” de estas tropas han sido aplastar la resistencia haitiana a la que prefirieron llamar “proliferación de delincuentes armados” realizando verdaderas masacres en Solei Citi, el barrio más pobre de Puerto Príncipe, y bastión de los partidarios de Aristide, con un costo de 150 muertos y unos meses antes del terremoto reprimir brutalmente, con un saldo de cinco muertos, la huelga de más de un mes que sostuvieron los trabajadores textiles, que cobran 46 dólares mensuales y reclamaban aquel aumento que quería otorgar Aristide.

En cuanto esta “misión humanitaria” estuvo instalada el gobierno de EEUU hizo aprobar una ley que libera del pago de impuestos, terrenos, luz y gas a las multinacionales que se instalen en Haití, ley que fue extendida por otros 10 años más por el gobierno títere de Preval.

Nunca un terremoto ha sido tan oportuno porque tal como estaban las cosas, el estallido social era inminente, y le permitió al Presidente Obama enviar rápidamente más de 10 mil marines a tomar militarmente el país.

Médicos Sin Fronteras y otras instituciones han denunciado que la invasión yanqui impidió la ayuda sanitaria en los primeros momentos y Françoise Saulnier, directora jurídica de MSF declaró: “La cirugía es una prioridad urgente en tales catástrofes. Están los tres primeros días para sacar a la gente de los escombros, los tres días siguientes para hacerles las intervenciones quirúrgicas y después la comida, el abrigo, el agua. Se mezcló todo, la atención a la vida de la gente se atrasó en tanto que la logística militar que puede ser útil al cuarto o aun al octavo día, atestó el aeropuerto” y agregó que los tres días que se perdieron crearon importantes problemas de infección, de gangrenas y hubo que hacer amputaciones que se hubieran podido evitar.

Canadá Haití Action Network denuncia que "Desde que la Fuerza Aérea de los EE.UU. tomó el control unilateral del aeropuerto de Puerto Príncipe, se ha privilegiado a los vuelos militares sobre los civiles humanitarios. Como resultado, un número incalculable de personas han muerto innecesariamente... "

La ayuda norteamericana ha sido a punta de bayoneta y mientras el Presidente Obama promete apenas 100 millones de dólares de ayuda para los haitianos que son casi nueve millones de seres humanos en la miseria más atroz que se pueda imaginar, destinó varios billones de dólares para salvar a un puñado de banqueros que estafaron al mundo.

Por supuesto era necesario que los medios justificaran la invasión y con total obediencia se han dedicado a manipular la información con una carga de racismo que nos recuerda al señor Goebbels de los mejores tiempos del Tercer Reich, calificando a las víctimas de saqueadores y carroñeros.

Un investigador de la talla de Pascual Serrano escribió al respecto: “El abuso de los vocablos "saqueo" y "pillaje" es constante e ilícito en la medida en que en la mayoría de los casos los objetos que son apropiados son de uso básico y vital. Los damnificados de un terremoto que se han quedado sin vivienda, sin comida y sin agua, no roban una televisión de plasma o un aire acondicionado. Sin embargo los titulares insisten en estas palabras delictivas…”, y el propio Wall Street Journal señaló que “funcionarios de EE.UU. han puesto de relieve las cuestiones de seguridad por el retraso en el suministro de ayuda. Pero un equipo de médicos cubanos se ha visto tratando a cientos de pacientes sin ningún tipo de arma de fuego o soldado visible. La embajada de Estados Unidos en Haití dice que no ha sido capaz de entregar el equipo necesario "por razones de seguridad". Pero de hecho, no se ha reportado un solo caso de trabajadores de ayuda atacado por los haitianos”.

La realidad es que Haití está situada en un punto estratégico en el mapa geopolítico de América, en un lugar desde el cual se puede controlar todo el Caribe, Centro América y parte de Sudamérica, a lo que hay que agregar que sólo 90 kilómetros la separan de Cuba. Pero además con trabajadores de salarios más bajos que los de la Cuenca Asiática y muy cercano al mercado norteamericano, lo hacen el lugar ideal para las maquiladoras norteamericanas. Todo lo que explica la precipitada “ayuda” norteamericana y tenga usted por seguro que mientras usted lee esto, algunos empresarios de la gran nación del norte, se relamen haciendo cálculos sobre lo que ganaran “ayudando” en la reconstrucción de Haití.

Porque ahora se habla insistentemente de reconstruir. Sólo que como soy muy mal pensado me pregunto:

¿Reconstruir qué?

Porque dice el diccionario que reconstruir es volver a construir y echemos un vistazo a lo que había antes del terremoto para ver si vale la pena:

Desde hace años todas las noches se corta el suministro de energía eléctrica, porque las tormentas tropicales de 2008 barrieron con la ya de por sí escasa infraestructura eléctrica y de comunicaciones.

El analfabetismo es de más del 47%; el 90% de las escuelas son privadas y las secundarias matriculan sólo al 20% de la población elegible.

El 80% de la población está desocupada y vive por debajo del umbral de pobreza y dos tercios de ella dependen de la pesca y la agricultura fragilizada por el empobrecimiento del suelo y la deforestación que continuará su marcha acelerada porque en medio de la pobreza, la mayor parte de la gente cocina con leña.

El promedio de vida alcanza a 57 años y casi la mitad de las causas de muertes están atribuidas al VIH/SIDA, infecciones respiratorias, meningitis y enfermedades de diarrea, incluyendo el cólera y la tifoidea, mientras el promedio de hijos por mujer es de 4.86, el más alto de continente. Sólo la mitad de los niños están vacunados y únicamente el 40% de ellos tiene acceso a asistencia médica básica. El 90% de los niños del Haití sufren de enfermedades hídricas y de parásitos intestinales.

Aproximadamente el 5% de la población adulta sufren del VIH. Los casos de tuberculosis son de diez veces más altos que el promedio del resto de América Latina.

La renta per cápita el año pasado fue de 772 dólares, la más baja del continente que coloca a Haití en la posición 150 de 177 países en el Índice de Desarrollo Humano de la ONU.

Si queremos tener una idea del nivel de pobreza, digamos que a gran parte de la población sus ingresos no le alcanzan para comprar pan, arroz u otros alimentos básicos y subsisten adquiriendo a bajo precio una especie de galleta hecha con barro, (si, leyó bien: fango), manteca vegetal y sal, con los consiguientes resultados en cuanto a desnutrición y otras enfermedades.

¿Esto es lo que se quiere reconstruir?

¿Reconstruir un paraíso de hambreados trabajadores, con los salarios más bajos del mundo para que las empresas norteamericanas puedan explotarlos con total impunidad, teniendo además la ventaja de no pagar impuestos ni prestaciones?

¿Reconstruir la miseria?

Las televisoras, siempre atentas al ranking, se han disputado en estos días las imágenes del horror y precipitadamente organizaron maratones para recaudar ayuda, que por supuesto Haití necesita. Haciendo hincapié en un supuesto vacío de poder y la actitud vandálica de los habitantes de un país que es inferior y está compuesto por negros violentos proclives al saqueo.

Grandes estrellas de la farándula, y otros que no son tan grandes pero encontraron en ello una forma de que los vean, se tomaron de la manito y alegremente cantaron por Haití, lo que igualmente sirvió a las televisoras porque eso también sube el ranking.

Haití tiene una larga historia de robos de niños, adopciones ilegales e incluso de vehementes sospechas de tráfico de órganos de niños, pero el mundo parece que acaba de enterarse que esto sucede.
Pobre Haití

Se habla de reconstruir, no de reparar siglos de injusticia; no de devolver lo que a lo largo de su historia le han arrebatado a esta pequeña nación que fue la primera en liberarse de América Latina.

El Haití de los negros sublevados que un día dijeron no a la ignominia.

El Haití del general Alexandre Petion, que siendo presidente apoyó a Simón Bolívar económicamente para que preparara allí en 1816 la Expedición de los Cayos, que sería determinante para la independencia de la Gran Colombia.

Dentro de pocos días no habrá personas emergiendo milagrosamente de entre los escombros del terremoto; la sangre se habrá secado y las imágenes de un Haití devastado pero carentes de morbosidad, dejarán de interesar a los canales de televisión.

Seguirá el hambre, la miseria endémica y el tráfico ilegal de niños, pero Haití habrá desaparecido de las pantallas, dejando lugar a nuevas noticias mientras los marines norteamericanos imponen la “ayuda estadounidense” y las condiciones de una “reconstrucción” que resulte beneficiosa para el imperio.

Foto: Haití – Niños en un orfanato en Puerto Príncipe. / Autor: Marcello Casal - ABR

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