ANÁLISIS | SENSACIONALISMO Y CHAUVINISMO EN LA COBERTURA MEDIÁTICA
La cobertura del terremoto en Haití estuvo rodeada de visiones eurocentristas, centradas más en las víctimas españolas que en los cientos de miles de muertos haitianos.
Pascual Serrano, periodista, autor del libro Desinformación
Blog de WordPress.com.
Hillary Clinton aterrizó en Haití para escenificar el compromiso de esta potencia con la reconstrucción.
En la información sobre el terremoto de Haití han dominado varios patrones criticables en la medida en que muestran un retorcimiento de la realidad o un desvío de la atención.
El primero de ellos sería el desplazamiento del objeto de la noticia, que deja de ser el haitiano para ser nosotros, es decir, las instituciones que envían ayuda humanitaria, las hazañas de los cuerpos de cooperación allí destinados o la situación de los españoles que se encontraban en el país. ¿Por qué me debe interesar a mí más el destino de un español en Haití, que no conozco, que el de 200 niños haitianos? Una imagen de la web dePúblico el mismo día del terremoto simultaneaba estos dos titulares: “Haití calcula que los muertos podrían superar los 100.000” y “España busca si hay víctimas e inicia el envío de ayuda”.
Por víctimas entienden sólo españoles, los 100.000 muertos no son víctimas, sólo son haitianos. La foto en portada de El Mundo, El País y Público el día 16 era la de un bombero vallisoletano con un niño haitiano. Los testimonios son del primer mundo, de nuestro país: responsables de la agencia de cooperación española, bomberos españoles, enfermeros españoles…
Los medios nos presentan una orgía de ayudas. Desde España: “El Congreso y el Senado, con Haití” (El Mundo, 16-1-2009); “Ibercaja doblará las aportaciones solidarias a favor de Haití” (Cope 26-1-2010); “CAM destina a Cruz Roja 100.000 euros de las aportaciones solidarias para los damnificados del terremoto” (Europa Press, 26-1-2010). O desde el primer mundo en general: “EE UU asegura la ayuda humanitaria” (El País 20-1-2010); “Ashton convoca una reunión de la UE para coordinar la ayuda” ( El País 15-1- 2010). Sin embargo silencian la ayuda de los humildes. El País publicó el 15 de enero un cuadro titulado “Ayuda financiera y equipos de asistencia” donde se detallaba la ayuda de 23 países más la ONU. No aparecía Cuba que tenía allí a 400 cooperantes, la mayoría sanitarios, a los que se sumaron otros 60. Cuba debiera haber sido el país que encabezara el cuadro de ayuda en personal de asistencia. En ningún sitio leímos que Nicaragua al día siguiente del terremoto envió dos aviones con tres toneladas de alimentos y dos brigadas, una de médicos y enfermeras y otra de rescate.
Los aviones del ejército nicaragüense fueron de los primeros en aterrizar. Es evidente que esos gobiernos no tienen un buen departamento de prensa. Había que presentar que el primer mundo llega con ayuda (“La Unión Europea moviliza 229 millones para ayuda urgente”) y orden (“EE UU llega para imponer el orden”).
Ambos titulares de El País el 19-1-1010. Tal y como se hizo con el huracán Katrina en Nueva Orleans, los medios colaboraron en presentar una imagen de caos y violencia que pudiera legitimar y justificar la intervención militar. El abuso de los vocablos “saqueo” y “pillaje” es constante e ilícito en la medida en que en la mayoría de los casos los objetos que son apropiados son de uso básico y vital. Los damnificados de un terremoto que se han quedado sin vivienda, sin comida y sin agua, no roban una televisión de plasma o un aire acondicionado.
Sin embargo los titulares insisten en estas palabras delictivas: “Los habitantes de Puerto Príncipe, desesperados por la falta de ayuda, se lanzan al pillaje” (El Mundo 16-1-2010); “La escalada de la violencia frena el reparto de ayuda” (El País 18-1-2009); “Caos, saqueos y rescates” (Público, 16-1- 2010), “Mientras la población de Haití se lanza desesperada al pillaje, equipos españoles rescatan con vida entre los escombros a más de una docena de personas” (El Mundo, 16-1-2010). Presentan al nativo entregado al pillaje frente al blanco español que lleva la salvación y la civilización. Lo afirmó una cooperante entrevistada en el informativo de Antena 3 el 16 de enero. Según dijo, les era imposible a las personas “normales” repartir nada allí, pues corrían el riesgo de ser asesinadas. De modo que en Haití están las personas normales, que son los del primer mundo que repartimos comida, y los no normales, gente depravada que te puede asesinar sólo porque quiere comer.
La cobertura del terremoto en Haití estuvo rodeada de visiones eurocentristas, centradas más en las víctimas españolas que en los cientos de miles de muertos haitianos.
Pascual Serrano, periodista, autor del libro Desinformación
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Hillary Clinton aterrizó en Haití para escenificar el compromiso de esta potencia con la reconstrucción.
En la información sobre el terremoto de Haití han dominado varios patrones criticables en la medida en que muestran un retorcimiento de la realidad o un desvío de la atención.
El primero de ellos sería el desplazamiento del objeto de la noticia, que deja de ser el haitiano para ser nosotros, es decir, las instituciones que envían ayuda humanitaria, las hazañas de los cuerpos de cooperación allí destinados o la situación de los españoles que se encontraban en el país. ¿Por qué me debe interesar a mí más el destino de un español en Haití, que no conozco, que el de 200 niños haitianos? Una imagen de la web dePúblico el mismo día del terremoto simultaneaba estos dos titulares: “Haití calcula que los muertos podrían superar los 100.000” y “España busca si hay víctimas e inicia el envío de ayuda”.
Por víctimas entienden sólo españoles, los 100.000 muertos no son víctimas, sólo son haitianos. La foto en portada de El Mundo, El País y Público el día 16 era la de un bombero vallisoletano con un niño haitiano. Los testimonios son del primer mundo, de nuestro país: responsables de la agencia de cooperación española, bomberos españoles, enfermeros españoles…
Los medios nos presentan una orgía de ayudas. Desde España: “El Congreso y el Senado, con Haití” (El Mundo, 16-1-2009); “Ibercaja doblará las aportaciones solidarias a favor de Haití” (Cope 26-1-2010); “CAM destina a Cruz Roja 100.000 euros de las aportaciones solidarias para los damnificados del terremoto” (Europa Press, 26-1-2010). O desde el primer mundo en general: “EE UU asegura la ayuda humanitaria” (El País 20-1-2010); “Ashton convoca una reunión de la UE para coordinar la ayuda” ( El País 15-1- 2010). Sin embargo silencian la ayuda de los humildes. El País publicó el 15 de enero un cuadro titulado “Ayuda financiera y equipos de asistencia” donde se detallaba la ayuda de 23 países más la ONU. No aparecía Cuba que tenía allí a 400 cooperantes, la mayoría sanitarios, a los que se sumaron otros 60. Cuba debiera haber sido el país que encabezara el cuadro de ayuda en personal de asistencia. En ningún sitio leímos que Nicaragua al día siguiente del terremoto envió dos aviones con tres toneladas de alimentos y dos brigadas, una de médicos y enfermeras y otra de rescate.
Los aviones del ejército nicaragüense fueron de los primeros en aterrizar. Es evidente que esos gobiernos no tienen un buen departamento de prensa. Había que presentar que el primer mundo llega con ayuda (“La Unión Europea moviliza 229 millones para ayuda urgente”) y orden (“EE UU llega para imponer el orden”).
Ambos titulares de El País el 19-1-1010. Tal y como se hizo con el huracán Katrina en Nueva Orleans, los medios colaboraron en presentar una imagen de caos y violencia que pudiera legitimar y justificar la intervención militar. El abuso de los vocablos “saqueo” y “pillaje” es constante e ilícito en la medida en que en la mayoría de los casos los objetos que son apropiados son de uso básico y vital. Los damnificados de un terremoto que se han quedado sin vivienda, sin comida y sin agua, no roban una televisión de plasma o un aire acondicionado.
Sin embargo los titulares insisten en estas palabras delictivas: “Los habitantes de Puerto Príncipe, desesperados por la falta de ayuda, se lanzan al pillaje” (El Mundo 16-1-2010); “La escalada de la violencia frena el reparto de ayuda” (El País 18-1-2009); “Caos, saqueos y rescates” (Público, 16-1- 2010), “Mientras la población de Haití se lanza desesperada al pillaje, equipos españoles rescatan con vida entre los escombros a más de una docena de personas” (El Mundo, 16-1-2010). Presentan al nativo entregado al pillaje frente al blanco español que lleva la salvación y la civilización. Lo afirmó una cooperante entrevistada en el informativo de Antena 3 el 16 de enero. Según dijo, les era imposible a las personas “normales” repartir nada allí, pues corrían el riesgo de ser asesinadas. De modo que en Haití están las personas normales, que son los del primer mundo que repartimos comida, y los no normales, gente depravada que te puede asesinar sólo porque quiere comer.
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