sábado 23 de nero de 2010 14:34 GYT Imprimir [-] Texto [+]
Por Matthew Bigg y Jackie Frank
PUERTO PRINCIPE (Reuters) - El Gobierno de Haití decidió el sábado poner fin a las operaciones de rescate de víctimas, mientras cientos de personas acudieron a las ruinas de la catedral católica de la capital para despedir a un arzobispo, muerto por el devastador sismo de la semana pasada.
Los esfuerzos internacionales se centran ahora en ayudar a los cientos de miles de haitianos hambrientos, heridos y sin hogar que acampan en las calles, por lo que las autoridades de la nación caribeña pusieron fin a la búsqueda de sobrevivientes bajo los escombros.
"La esperanza se está desvaneciendo, aunque todavía podríamos tener milagros", dijo desde Ginebra Elisabeth Byrs, portavoz de la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios.
Byrs indicó que los equipos de rescate han salvado a 132 personas desde el sismo del 12 de enero, pero que ahora el objetivo se está volviendo hacia proporcionar atención médica a los sobrevivientes y encontrar cadáveres.
En los terrenos exteriores de la derrumbada catedral de Notre Dame de Puerto Príncipe, una multitud de fieles, sacerdotes y monjas se congregó para el funeral del arzobispo Joseph Serge Miot y el vicario general Chales Benoit, que murieron en el catastrófico temblor que demolió amplias zonas de la ciudad costera.
"Lo que perdimos no podemos recuperarlo. No son los ricos o los pobres los que han perdido, estamos todos juntos", declaró Leon Sejour, un seminarista que había viajado desde la ciudad de Cap Haitien, en el norte del país.
A pesar de la suspensión de las tareas de rescate, el viernes se encontró a dos personas con vida.
Una mujer de 84 años fue rescatada de un edificio destrozado y evacuada en barco por el Ejército de Estados Unidos, dijo el médico que la asistió, mientras en otro lado de la ciudad, un equipo de rescate israelí liberó a un joven de 22 años de entre los escombros.
Las autoridades haitianas calculan que hasta 200.000 personas pueden haber muerto y hasta tres millones más haber sufrido heridas o perdido sus hogares y que tienen una necesidad desesperada de atención médica, agua y comida.
Consultado por las persistentes quejas de los sobrevivientes señalando que aún no reciben ayuda de alimentos, el director de USAID, Rajiv Shah, dijo que su organización estaba lista para entregar la ayuda requerida.
"La escala de la destrucción y el resultado humano de lo que pasó simplemente no tiene paralelo (...) Nunca vamos a llenar las necesidades todo lo rápido que nos gustaría", dijo a Reuters.
Anteriormente dijo a los administradores del hospital Universidad de Puerto Príncipe que "queremos ser lo más útiles posibles, pero necesitamos hacer mucho más".
Los funcionarios de la USAID tienen enormes desafíos para distribuir la ayuda en una ciudad destruida y en escombros, repleta de personas heridas y sin hogar.
FURIA CONTRA EL PRESIDENTE
El presidente haitiano, Rene Preval, asistió junto a sus ministros al funeral del arzobispo. Mientras se retiraba del lugar, personas enojadas por la lenta entrega de ayuda lo empujaron y atacaron su auto, mientras algunos jóvenes le pedían a gritos la renuncia.
Preval dijo que fue a dar sus respetos al prelado fallecido.
La ayuda ha llegado con lentitud a pesar de la enorme campaña internacional, dirigida por el Ejército de Estados Unidos, que desplegó 13.000 soldados en Haití y en la costa.
En medio del dolor, se ven indicios de que la empobrecida nación caribeña vuelve a la vida. En el exterior de los bancos, que volvieron a abrir el sábado, decenas de personas esperaban impacientes para obtener el dinero necesario con el que comprar comida y suministros esenciales.
En una oficina de Unibank del barrio acomodado de Petionville, la fila de vehículos para llegar a un cajero se extendía más allá de dos cuadras.
"Estoy esperando con paciencia. No hay dinero, así que no hay nada más que hacer", dijo la profesora Myrtho Larco. "No hay trabajo, no hay empleos, sólo Dios sabe lo que pasará".
Un gran supermercado, Big Star Market, reabrió sus puertas en el barrio de Petionville, vendiendo de todo: desde jamón y carne de cabra hasta bombones para el Día de San Valentín, pero su gerente dijo que tenía productos para sólo una semana o dos y que no había recibido suministros.
Las agencias de ayuda estiman que un tercio de los 9 millones de habitantes de Haití necesitarán alimentos, ayuda y refugio de emergencia durante un largo período.
"Podemos estar haciendo esto 24 horas al día durante los próximos seis meses y aún no atenderemos todas las necesidades", dijo el sargento Rob Farnsworth, de la unidad aerotransportada del Ejército estadounidense encargada de entregar paquetes de alimentos en un campamento de sobrevivientes al aire libre.
Edmond Mulet, jefe interino de la misión de paz de la ONU en Haití, dijo que la coordinación en la entrega de la ayuda está mejorando cada día, pero Henriette Chamouillet, representante de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Haití, dijo que los problemas continúan.
Chamouillet dijo que el primer ministro haitiano se quejó en una reunión con trabajadores de emergencia de que sólo el 10 por ciento de la población de los campamentos improvisados había recibido algún tipo de alimento, mientras que en otros lugares se había entregado el triple de lo que necesitaban.
Se ha prometido la llegada de más de 1.200 millones de dólares para ayudar a reconstruir carreteras, edificios gubernamentales y casas, pero el Banco Mundial dijo que se necesitará mucho más para que Haití vuelva a la normalidad.
El Fondo Monetario Internacional instó a las naciones donantes, que se reúnen la próxima semana en Montreal, a que adopten un Plan Marshall para Haití, similar al esfuerzo de Estados Unidos para ayudar a reconstruir Europa tras la Segunda Guerra Mundial.
(Reporte adicional de Catherine Bremer, Adam Entous, Joseph Guyler Delva y Natuza Nery en Puerto Príncipe y Lesley Wroughton en Washington; escrito por Eric Beech; traducido por Redacción de Madrid, editado en español por Patricia Avila y Marion Giraldo)
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