León, que detallará hoy en una conferencia en la capital leonesa su experiencia en este país caribeño antes y después del seísmo, con motivo del Día Internacional del Cooperante, ha explicado a Efe que la actuación de las potencias fue "nefasta", fundamentalmente porque se establecieron cuatro bloques (EEUU, Canadá, UE y un cuarto de Brasil y Venezuela) para esta misión que miraron más por sus propios intereses que por los de Haití.
La acción fue, a su juicio, tan deficiente que, tres meses después de la catástrofe, la única ración de comida que llegaba a la población era de arroz, alimento que no aporta proteínas y que, al haberse importado desde Estados Unidos, hundió el precio de este producto en el mercado local un cuarenta por ciento.
Esta actitud de ayudar, pero conforme con los intereses del país ofertante, hizo que se produjeran situaciones que dificultaron la llegada de mercancías necesarias en ese momento, como fue la "ocupación" del aeropuerto de Puerto Príncipe por parte de Estados Unidos.
Este hecho, unido a que el puerto tampoco se abrió al tráfico marítimo los días posteriores a la catástrofe, desembocó en que la única vía de entrada de ayuda humanitaria fuera la "diminuta" frontera con la República Dominicana, "un auténtico cuello de botella", ha precisado.
Detrás de esto, se encuentra el problema de la poca ética aplicación de la cooperación internacional, pues muchas veces, en lugar de contribuir fortalecer el tejido social y las capacidades democráticas de los países en vías de desarrollo, apuesta por el desarrollo de áreas comerciales, empresas y exportación que redunden en el beneficio del país ayudante, es decir, lo contrario que se debería buscar a priori.
Y aunque se destina dinero efectivo a la cooperación, con éste se aplican políticas económicas, comerciales y laborales que, en ocasiones, provocan el efecto contrario del que necesita el país en desarrollo, ha manifestado Fernández.
"A estas potencias les interesa su visión de desarrollo y que el país (al que ayudan) juegue el papel que ellos quieren. Por ejemplo, si a EE.UU. le interesa que Haití sea la zona franca para los tejidos que ellos necesitan, su cooperación irá dirigida a que sea un país con poca conflictividad social, con muchas zonas francas donde la gente abandone el campo y se desplace a la ciudad a trabajar en máquinas textiles y donde sus propias empresas textiles tengan inversiones", ha explicado. EFE
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