domingo, 12 de septiembre de 2010

A nueve meses el sismo, los haitianos sin hogar perdieron hasta la esperanza


PUERTO PRÍNCIPE — Nueve meses después del sismo que azotó a Haití, las 125.000 familias que perdieron sus hogares y fueron desplazadas a los campamentos improvisados de Puerto Príncipe no encuentran que su situación haya mejorado y ya ni siquiera tienen "esperanza en el futuro".
"No veo cambios, no hay evolución", lamentó Irène Pierre, una joven de 23 años que desde el 13 de enero vive junto a su marido y sus dos hijos en siete metros cuadrados. Su espacio está protegido con tablas de madera, lonas impermeables y chapas.
El campo de Solidaridad se creó en un barrio con el mismo nombre ubicado al norte de la capital haitiana, devastada por un sismo que dejó al menos 250.000 muertos y más 1,3 millones de personas sin hogar.

Un río de agua sucia que viene desde la ciudad atraviesa este campamento donde viven miles de damnificados. De un lado y otro de esta corriente de agua, están instalados los refugios de chapa y las improvisadas tiendas de campaña, expuestos a los huracanes que regularmente afectan al país a fines del verano boreal.
"Ya hace demasiado tiempo que estamos aquí, y si bien no hemos perdido todo, ya no podemos volver a vivir a nuestra casa", se quejó Irène.
Su marido es albañil y trabaja para ahorrar dinero. La joven, que se encarga de vender pastas y galletas a las familias afectadas, no logra proyectar su futuro en la isla. "No veo mejoras en Haití por eso estoy ahorrando para ir a República Dominicana", explicó.
A su lado, Carlos Dawis instaló en su refugio una televisión, un ventilador y un equipo de música. Pero ya hace ocho meses que espera la llegada de la electricidad. El hombre, que trabajaba como carpintero, perdió todo el 12 de enero: su casa, su taller y el gusto por la vida.
"No entiendo a la vida y no veo el futuro", exclamó este hombre de 33 años.
Desanimado, Dawis vive gracias a la ayuda de sus vecinos y cada "21 del mes" espera el abastecimiento de las ONG.
"Las ONG abandonan este tipo de campamentos 'improvisados' pues ya están desbordadas con su propio campamento", explicó Louis-Joseph Olivier, periodista de HPN (Haití Press Network).
Otro campo fue instalado sobre la gran plaza de la capital, a dos pasos del Palacio Presidencial destruido por el sismo. Allí, en los jardines llamados Campos de Marte, viven miles de personas de la periferia de Puerto Príncipe. Y nueve meses después de la catástrofe, la situación sigue siendo la misma que la del primer día.
Por eso, a menos de tres meses de las elecciones presidenciales, muchos de los desplazados perdieron todas las esperanzas frente a los dirigentes del país y optan por entregarse a las religiones o las sectas.
Tal es el caso de Georgette Etienne. Una mujer que perdió todo y ahora se dedica a vender carbón para alimentar a las ocho personas que viven bajo su tienda de campaña en los Campos de Marte. Perdió la fe en la vida, y se entrega a Dios, "pues sólo él puede ayudar a Haití".

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