15/01/10> Andrés Oppenheimer > He aquí una idea que anda dando vueltas en la comunidad diplomática y que debería adoptarse de inmediato para evitar que la ayuda internacional a las víctimas del terremoto de Haití vaya a esfumarse en un país con un largo historial de corrupción: crear una comisión de monitoreo para garantizar que la ayuda llegue a quienes tenga que llegar.
Existe un consenso general entre los expertos en ayuda de desastres de que el compromiso de EEUU de una primera donación de $100 millones y otros compromisos internacionales para la reconstrucción de Haití son una buena respuesta inicial a la tragedia.
Pero en un país donde el estado es tan débil que prácticamente no puede administrar ningún servicio público, y donde la corrupción es rampante, muchos temen que cuando la historia deje de estar en los titulares de los periódicos, la ayuda internacional va a disminuir y gran parte de la ayuda que llegue a Haití simplemente va a ser robada.
Según el índice mundial de percepción de corrupción de Transparencia Internacional, Haití es uno de los diez países más corruptos del mundo, clasificado 176 entre 180 naciones. Y eso es a pesar de la ofensiva anticorrupcion del presidente René Preval, a quien muchos funcionarios internacionales le dan credito por haber empezado a combatir este crónico problema del país.
Haití tiene una larga historia de ayuda internacional que no ha producido resultados visibles. El año pasado, un reporte de FRIDE, un centro de estudios europeo con sede en Madrid, senalo que ``la cooperación extranjera a Haiti ha sumado más de $2,600 millones de dólares desde 1984, y hay muy poco que mostrar por la misma''.
En estas circunstancias, ¿qué hay que hacer?, le pregunté a Dante Caputo, asesor especial del Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA) y ex jefe de la misión de Naciones Unidas en Haití, que está entre los diplomáticos que piensan que hay que establecer, ya mismo, una comisión de seguimiento para garantizar que la ayuda sea efectiva.
Caputo sugiere, basado en la experiencia de previos esfuerzos de ayuda internacional, la creación de una comisión de seguimiento de la ayuda que tendría tres misiones: chequear que la cantidad de ayuda que se mande a Haití concuerde con la cantidad de ayuda que llegue a las víctimas, garantizar que los bienes entregados sean los mismos que fueron prometidos, y garantizar que la ayuda llegue a los lugares correctos.
``Esto sería aconsejable para cualquier país en un caso como este, pero es tres veces más necesario en Haití, donde hay una mayor debilidad institucional'', me dijo Caputo.
Idealmente, la comisión internacional mandaría equipos móviles de tres miembros cada uno a todos los lugares de desastre, para chequear el flujo de la ayuday reportar inmediatamente si se está empleando efectivamente, dijo.
Pierre Schori, un ex ministro sueco de Cooperación Internacional, me dijo que era una buena idea. La comunidad internacional estableció una comisión de monitoreo cuando el huracán Mitch azotó América Central en 1998, y los donantes internacionales temían poner dinero en manos de un gobierno corrupto en Nicaragua.
``Pusimos una comisión de monitoreo en Managua y funcionó'', me dijo Schori. ``Ayudó a convencer a los países donantes a dar más dinero para la reconstrucción''.
Como un dato interesante, Mitch dejó unos 9,000 muertos, una pequeña fracción de los 50,000 muertos de Haití y, sin embargo, en diciembre de 1998, seis semanas después del desastre, los países donantes y las instituciones financieras internacionales ya habían comprometido $6,300 millones en ayuda para los países centroamericanos golpeados por el huracán. Muchos expertos en ayuda extranjera se preguntan si los donantes actuarán con la misma rapidez - y con la misma generosidad - en el caso de Haití.
A fines de los años 90, Estados Unidos y otros grandes países donantes estaban comprometidos a impedir un desastre en Centroamérica tras haber puesto tanto dinero en el proceso de paz de la región. Pero ¿harán lo mismo los países donantes con Haití cuando otros eventos saquen a esa nación de las primeras planas de los periódicos?, se preguntan.
``En términos de respuesta inicial, en el caso de Haití estamos viendo una respuesta muy rápida y muy grande'', dijo Mark Schneider, el principal experto en América Latina del International Crisis Group, una organización de resolución de conflictos, que trabajó anteriormente como un alto funcionario de ayuda exterior de EE. UU. ``Lo que me preocupa es que la respuesta inmediata no vaya a ser seguida por el mismo tipo de intenso y masivo esfuerzo de reconstrucción a largo plazo que vimos tras el huracán Mitch''.
Mi opinión: a juzgar por lo que vi en una visita a Haití el año pasado, el país estaba haciendo su primer serio esfuerzo en mucho tiempo para tratar de salir de su categoría de ``estado fallido'', y empezar a salir adelante. Con todo, era un lugar devastado, y ahora lo es inmensamente más, tras la peor catástrofe que se haya visto en el hemisferio en más de un siglo.
No podemos abandonar a Haití ahora, como lo hicimos tras los cuatro huracanos que azotaron el pais en el 2008, y la comunidad internacional tardó casi un año en poner dinero sobre la mesa. La mejor manera de hacer que el dinero fluya sera crear una comisión de monitoreo, para estimular a los donantes de todo el mundo.
Pero en un país donde el estado es tan débil que prácticamente no puede administrar ningún servicio público, y donde la corrupción es rampante, muchos temen que cuando la historia deje de estar en los titulares de los periódicos, la ayuda internacional va a disminuir y gran parte de la ayuda que llegue a Haití simplemente va a ser robada.
Según el índice mundial de percepción de corrupción de Transparencia Internacional, Haití es uno de los diez países más corruptos del mundo, clasificado 176 entre 180 naciones. Y eso es a pesar de la ofensiva anticorrupcion del presidente René Preval, a quien muchos funcionarios internacionales le dan credito por haber empezado a combatir este crónico problema del país.
Haití tiene una larga historia de ayuda internacional que no ha producido resultados visibles. El año pasado, un reporte de FRIDE, un centro de estudios europeo con sede en Madrid, senalo que ``la cooperación extranjera a Haiti ha sumado más de $2,600 millones de dólares desde 1984, y hay muy poco que mostrar por la misma''.
En estas circunstancias, ¿qué hay que hacer?, le pregunté a Dante Caputo, asesor especial del Secretario General de la Organización de Estados Americanos (OEA) y ex jefe de la misión de Naciones Unidas en Haití, que está entre los diplomáticos que piensan que hay que establecer, ya mismo, una comisión de seguimiento para garantizar que la ayuda sea efectiva.
Caputo sugiere, basado en la experiencia de previos esfuerzos de ayuda internacional, la creación de una comisión de seguimiento de la ayuda que tendría tres misiones: chequear que la cantidad de ayuda que se mande a Haití concuerde con la cantidad de ayuda que llegue a las víctimas, garantizar que los bienes entregados sean los mismos que fueron prometidos, y garantizar que la ayuda llegue a los lugares correctos.
``Esto sería aconsejable para cualquier país en un caso como este, pero es tres veces más necesario en Haití, donde hay una mayor debilidad institucional'', me dijo Caputo.
Idealmente, la comisión internacional mandaría equipos móviles de tres miembros cada uno a todos los lugares de desastre, para chequear el flujo de la ayuday reportar inmediatamente si se está empleando efectivamente, dijo.
Pierre Schori, un ex ministro sueco de Cooperación Internacional, me dijo que era una buena idea. La comunidad internacional estableció una comisión de monitoreo cuando el huracán Mitch azotó América Central en 1998, y los donantes internacionales temían poner dinero en manos de un gobierno corrupto en Nicaragua.
``Pusimos una comisión de monitoreo en Managua y funcionó'', me dijo Schori. ``Ayudó a convencer a los países donantes a dar más dinero para la reconstrucción''.
Como un dato interesante, Mitch dejó unos 9,000 muertos, una pequeña fracción de los 50,000 muertos de Haití y, sin embargo, en diciembre de 1998, seis semanas después del desastre, los países donantes y las instituciones financieras internacionales ya habían comprometido $6,300 millones en ayuda para los países centroamericanos golpeados por el huracán. Muchos expertos en ayuda extranjera se preguntan si los donantes actuarán con la misma rapidez - y con la misma generosidad - en el caso de Haití.
A fines de los años 90, Estados Unidos y otros grandes países donantes estaban comprometidos a impedir un desastre en Centroamérica tras haber puesto tanto dinero en el proceso de paz de la región. Pero ¿harán lo mismo los países donantes con Haití cuando otros eventos saquen a esa nación de las primeras planas de los periódicos?, se preguntan.
``En términos de respuesta inicial, en el caso de Haití estamos viendo una respuesta muy rápida y muy grande'', dijo Mark Schneider, el principal experto en América Latina del International Crisis Group, una organización de resolución de conflictos, que trabajó anteriormente como un alto funcionario de ayuda exterior de EE. UU. ``Lo que me preocupa es que la respuesta inmediata no vaya a ser seguida por el mismo tipo de intenso y masivo esfuerzo de reconstrucción a largo plazo que vimos tras el huracán Mitch''.
Mi opinión: a juzgar por lo que vi en una visita a Haití el año pasado, el país estaba haciendo su primer serio esfuerzo en mucho tiempo para tratar de salir de su categoría de ``estado fallido'', y empezar a salir adelante. Con todo, era un lugar devastado, y ahora lo es inmensamente más, tras la peor catástrofe que se haya visto en el hemisferio en más de un siglo.
No podemos abandonar a Haití ahora, como lo hicimos tras los cuatro huracanos que azotaron el pais en el 2008, y la comunidad internacional tardó casi un año en poner dinero sobre la mesa. La mejor manera de hacer que el dinero fluya sera crear una comisión de monitoreo, para estimular a los donantes de todo el mundo.
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