- Funcionarios del Banco que actuaron en la recuperación del tsunami en Indonesia dicen que es fundamental que haya un plan impulsado por el Gobierno y una reconstrucción a cargo de la comunidad.
- Actuar con rapidez es esencial en los meses posteriores al desastre: las redes locales ayudan a acelerar la recuperación.
- El seguimiento y coordinación de la ayuda posterior a la catástrofe facilitan la toma de decisiones del Gobierno y sus asociados.
3 de febrero de 2010— Aunque aún no se conoce la magnitud de las pérdidas económicas ni el número de víctimas humanas en Haití, muchos expertos que trabajan sobre el terreno —incluidos los especialistas del Banco Mundial— dirigen su atención hacia las lecciones aprendidas en otros desastres naturales.
Por ejemplo, el tsunami del Océano Índico de 2004 provocó destrucción masiva, 200.000 muertes y el desplazamiento de medio millón de pobladores sólo de Aceh, Indonesia. Pero de esa experiencia puede obtenerse esperanza para Haití, dicen los funcionarios del Banco Mundial que ayudaron en la recuperación de la zona.
Scott Guggenheim, especialista en Desarrollo Social, llegó a Aceh cuatro días después del tsunami. Quería asegurarse de que las personas que trabajaban en sus proyectos comunitarios estuvieran a salvo y ver qué podía hacer para encaminar hacia la recuperación a la devastada provincia de Indonesia.
“Reuní aproximadamente a 45 de ellos. Estaban conmocionados. Pero también estaban contentos por la oportunidad de encontrarnos”, relata Guggenheim. “Pasamos la mañana conversando acerca de lo que había sucedido. Les pregunté si querían participar en la reconstrucción y todos contestaron que sí”.
De esta manera comenzó el esfuerzo popular para reconstruir Aceh, aldea por aldea, y al mismo tiempo para restablecer la vida normal.
“En conflictos y desastres, una de las mejores maneras de comenzar la recuperación es lograr la participación de las comunidades, ante todo porque necesitamos su ayuda para reconstruir pero también porque las personas están desorientadas, conmocionadas y traumatizadas”, explica Guggenheim.
La reconstrucción a cargo de la comunidad —opuesta al empleo de contratistas para restaurar zonas afectadas por un desastre— es uno de los varios enfoques que podrían funcionar en la nación caribeña a la hora de enfrentar la desalentadora tarea de recobrarse del terremoto, según los expertos en desastres del Banco Mundial.
El país insular perdió más de 100.000 habitantes. Gran parte de la ciudad capital de Haití fue destruida durante este desastre natural, que fue el peor de su historia. Entre las víctimas fatales, hubo muchos funcionarios gubernamentales.
Mientras continúan las actividades de socorro, un equipo multilateral que incluye al Banco Mundial se está preparando para evaluar los daños, pérdidas y necesidades del país, generando las condiciones para la recuperación y reconstrucción.
El desafío es grande, pero Joachim von Amsberg, director del Banco Mundial a cargo de Indonesia, dijo en un artículo del periódico Washington Post que Aceh brinda tres grandes lecciones para Haití: 1) es necesario contar tanto con el liderazgo nacional como local, 2) potenciar a las personas y a las comunidades es clave para el éxito, y 3) es fundamental coordinar la asistencia mundial.
Expertos del Banco Mundial que han participado en ocho grandes catástrofes naturales en los últimos 12 años ofrecen una apreciación adicional de las estrategias que podrían funcionar en Haití.
Ellos recomiendan:
- Acelerar el desarrollo de un plan impulsado por el Gobierno para la recuperación y reconstrucción que también sea lo suficientemente flexible para adaptarse a los cambios en el terreno. Simplificar las tareas.
- No adjudicar a las organizaciones responsabilidades que no puedan manejar.
- Pensar en la secuencia de reconstrucción desde el comienzo.
- Recuperar la sensación de normalidad, los medios de subsistencia, la educación y la actividad económica cuanto antes.
- Ser lo más transparente posible y comunicar información a los interesados locales.
- Seguir de cerca el financiamiento y actividades de reconstrucción.
Cuando el Gobierno de Aceh fue diezmado después del tsunami, un grupo de especialistas del Banco Mundial, incluidos Guggenheim, Aniruddha Dasgupta, Jehan Arulpragasam, Joel Hellman, Susan Wong y Wolfgang Fengler colaboraron con el equipo completo de la institución en ese país y con la dirección regional, en el desarrollo de una estrategia que pudiera hacer avanzar la reconstrucción sin medidas gubernamentales a gran escala al comienzo.
La estrategia valorizó la rapidez por sobre la planificación detallada. Se pidió a las aldeas que evaluaran someramente lo que se había destruido e identificaran sus límites. Se otorgaron donaciones a comunidades en fases: la primera para las necesidades básicas y las donaciones subsiguientes para la reconstrucción. El programa estuvo listo y en marcha tres meses después del tsunami, dice Guggenheim.
“La asistencia del Banco puede ser rápida —y lo fue en Aceh—, si se cuenta con redes locales en las que insertar los sistemas propios”, señala Wolfgang Fengler, economista del Banco que ayudó al Gobierno de Indonesia a establecer un nuevo organismo en 2004 para gestionar la reconstrucción de la provincia.
La red fue provista por un extenso programa de desarrollo de base comunitaria y dirigido por el Gobierno, que el Banco apoyaba desde 1998. Fue uno de los pocos programas de desarrollo que funcionaban en la aislada provincia antes del tsunami.
Haití tiene programas de base comunitaria similares, financiados por el Banco Mundial: PRODEP en 59 municipalidades rurales y PRODEPUR en zonas urbanas, incluidos seis de los vecindarios más pobres y más privados del derecho a voto en las cercanías de Puerto Príncipe.
Los funcionarios del Banco en Haití y en la ciudad Washington trabajan en un plan de acción urgente que responda a las necesidades de las comunidades de las zonas afectadas. Unas 4.000 organizaciones de base comunitaria en el terreno tendrán una función clave en la entrega de suministros y en la limpieza y reconstrucción, dice Ayat Soliman, el especialista principal del Banco en los dos proyectos. Más de 600 organizaciones de base comunitaria ya han sido inventariadas y están en condiciones de participar activamente en los esfuerzos de socorro, recuperación y reconstrucción.
“La celeridad en una situación posterior a una catástrofe es tan importante como la planificación, y en alguna medida incluso tan importante como la calidad”, señala Fengler.
“No se detengan en ejercicios de planificación detallada. Ayuden al Gobierno a proponer una estrategia de reconstrucción pero no permitan que sea demasiado extenso o detallado. Conviértanlo en un documento viviente”.
“Creo que [en Aceh] fue muy importante que desde el comienzo el Banco tuviera en marcha una oficina correspondiente al país. Abrir una oficina y dotarla del personal básico envió una señal muy clara al Gobierno de que nos estábamos preparando para trabajar con ellos, no simplemente enviando equipos de consultores en tránsito. Siempre nos repetían esto”, explica Guggenheim.
Recuperar medios de subsistencia y crear empleos son prioridades
La experiencia del pasado muestra también que recuperar los medios de subsistencia y generar empleo para las víctimas del desastre son dos prioridades que se han convertido automáticamente en parte del primer período de recuperación”, dice Fengler.
La importancia de lograr la participación de las personas y comunidades locales es una de las lecciones clave que aprendió el Banco Mundial, según Pamela Cox, vicepresidenta del Banco Mundial para América Latina y el Caribe.
“Las víctimas pueden convertirse en trabajadores del desarrollo, los receptores de asistencia pueden volverse facilitadores comunitarios y las personas desplazadas pueden reconstruir su propio futuro”, dijo Cox durante la Conferencia de Ministros sobre Haití, realizada en Montreal el 25 de enero.
Las donaciones en efectivo, a menudo mencionadas como transferencias de efectivo, también pueden ayudar en los primeros meses después de una catástrofe, no sólo para que las víctimas puedan comprar lo que necesitan sino también para regenerar la actividad económica y “ayudar a la gente a recuperar cierto nivel de normalidad en medio de todo el caos”, dice Tara Vishwanath, economista del Banco.
Vishwanath concibió los programas de transferencia de efectivo para Sri Lanka después del tsunami de 2004 y para Pakistán después del terremoto de 2005 que dejó 73.000 muertos, a 2,8 millones sin refugio y a más de un millón sin empleo al acercarse el invierno.
Coordinación y seguimiento son fundamentales
Con la ayuda de los múltiples recursos que se esperan en Haití (incluidos US$100 millones en donaciones del Banco Mundial, al igual que otros US$200 millones desviados de proyectos actuales), es fundamental que los esfuerzos de recuperación y reconstrucción estén bien coordinados.
“Haití necesita el talento, recursos y energía de todos: organismos bilaterales, multilaterales, no gubernamentales y el sector privado, entre otros”, señaló Cox en Montreal. “Para ser eficaces, no deben desperdiciarse los escasos recursos del Gobierno de Haití ni de las instituciones locales”.
En Aceh, la oficina del Banco y la presencia en el lugar se convirtieron en un mecanismo de coordinación de facto de varias partes interesadas en algunos de los temas de desarrollo no humanitario que más tarde serían muy importantes para la reconstrucción”, explica Guggenheim.
El equipo del Banco comunicaba un caudal constante de información local en tiempo real a la administración superior, lo que le permitía tomar decisiones rápidas acerca de cómo tratar los problemas en el terreno al comienzo de los esfuerzos de recuperación, detalla el experto.
Además, el monitoreo estrecho y la comunicación son claves para el éxito de la reconstrucción, dice Fengler. El esfuerzo requiere seguimiento en el terreno y una hábil acumulación de los datos, agrega.
“Si se tienen los miles de proyectos que tendrá Haití, es necesario contar con alguien que haga el seguimiento de los mismos y les dé sentido. Esto no se realiza a través de un sistema informático sino de las personas que saben cómo procesar los datos. Y esto es muy importante porque al avanzar, el Gobierno y sus asociados tomarán grandes decisiones, especialmente sobre la asignación del dinero y cómo canalizarlo. Se debe tener una base para tomar estas grandes decisiones y es fundamental para ello tener datos fiables como quedó demostrado en Aceh”.
La respuesta mundial al tsunami de 2004 resultó en miles de millones en compromisos, que llevaron al establecimiento de un fondo fiduciario especial de US$7.000 millones para las regiones dañadas. El fondo reunió las contribuciones de 15 países y organizaciones, aumentando la eficiencia y ahorrándole a los gobiernos afectados las comisiones por transacción.
Pero el fondo fiduciario sirvió también como un poderoso foro para el diálogo sobre políticas, dice Fengler.
“El Fondo de Múltiples Donantes tuvo dos logros importantes. En primer lugar, reunió el financiamiento y de esta manera redujo significativamente los costos de transacción para el Gobierno. En segundo lugar, generó un foro de alto nivel para que éste y los asociados en el desarrollo debatieran las políticas a implementar y analizaran el programa general de reconstrucción una vez al mes”.
En Haití, “el Gobierno no tiene tiempo para asistir a diversas reuniones para asignar recursos. Un sistema de información coherente le ayudaría mucho”, dice Francis Ghesquiere, experto en gestión de catástrofes, quien encabeza las tareas de evaluación del desastre en Puerto Príncipe.
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