Recomendaciones políticas para abordar las principales preocupaciones en torno a la seguridad y las necesidades de las defensoras de los derechos humanos en Haití luego terremoto ocurrido el 12 de enero de 2010.
Al responder a las emergencias, muchas veces a los derechos humanos se los deja de lado como si fueran algo ‘extra’, diciendo por ejemplo “no hay tiempo de evaluar cuestiones específicas, nos guiamos por lo que ya sabemos”.
Jane Barry
La Coalición Internacional de Defensoras de los Derechos Humanos (Women Human Rights Defenders International Coalition, WHRD IC) lamenta las muertes de las compañeras activistas Myriam Merlet, Magalie Marcelin y Anne Marie Coriolan, fundadoras de tres de las organizaciones de mujeres más importantes de Haití, ocurridas durante el catastrófico terremoto que tuvo lugar el 12 de enero de 2010 en ese país. Myriam fundó Enfofamn, una organización dedicada a crear conciencia sobre temas que afectan a las mujeres a través de los medios; Magalie fue la creadora de Fanm, una organización por los derechos de las mujeres que se ocupa de la violencia doméstica; y Anne Marie fue la fundadora de Solidarite Fanm Ayisyen (SOFA) un colectivo de servicios, gestoría y defensa. Como líderes activas del movimiento de mujeres haitianas, sus muertes así como las de otras defensoras y defensores y de innumerables individuos han significado un golpe muy fuerte para la sociedad civil en Haití.
La Coalición elogia la respuesta rápida y generosa de la comunidad internacional para brindar auxilio inmediato a las miles de víctimas-sobrevivientes del terremoto devastador. La asistencia humanitaria llegada desde el mundo entero en su conjunto ha sido fundamental para salvar vidas y también como anuncio esperanzador de un proceso de recuperación y reconstrucción para superar la vasta destrucción causada por la catástrofe. En particular la Coalición desea resaltar los valientes esfuerzos de numerosos grupos y redes de distintos sectores de la sociedad civil en diferentes países, que han compartido sus recursos, brindado su asistencia y su solidaridad.
En un país asolado por una sucesión de gobiernos autoritarios y violentos en su pasado reciente, la violencia producto del desastre se suma a la atmósfera de conflicto ya presente. Aun antes del terremoto, Haití no había podido afirmar los derechos humanos y especialmente proteger a las mujeres y a las niñas de la violencia. La violencia sexual es omnipresente, y SOFA, organización de mujeres haitianas, documentó 238 violaciones ocurridas en un período de dieciocho meses que se extendió hasta junio de 2008. El procesamiento judicial de las violaciones – que sólo se convirtieron en delito penal en 2005 — es ínfimo. Otros problemas ya existentes son la esclavitud (restaveks) y la trata de niñas y niños, que podrían fácilmente aparecer como cuestiones de gravedad en las semanas y meses por venir. También hay un riesgo inminente de aceleración de las infecciones de VIH, que eran muy altas en Haití antes del terremoto – con las mujeres representando un 60% del total de 120,000 personas que se conocía estaban infectadas con el VIH.
Se considera que la situación de violencia actual empeorará, dado que la capacidad del gobierno haitiano de gobernar y hacer cumplir las leyes se encuentra seriamente disminuída y el potencial aumento de violaciones a derechos humanos que se presenta generalmente después de desastres de esta magnitud. En este contexto, resulta imperativo afirmar que los derechos humanos, que incluyen protección y promoción de los derechos de las mujeres y niñas en igualdad de condiciones, deben ocupar un lugar central en el diseño y la prestación de toda forma de ayuda humanitaria - durante la emergencia así como en los esfuerzos de reconstrucción del país en el mediano y largo plazo. Se debe poner particular atención en asegurar el sostenimiento de los derechos económicos, sociales y culturales esenciales para todas las personas. Como señalaron las propias defensoras de los derechos humanos: “Para nosotras, la seguridad tiene que ser integrada, lo que significa trabajo, bienestar social, desarrollo y soberanía nacional... La seguridad no atañe sólo a los individuos, sino también a la comunidad como un todo.”
Específicamente, la Coalición recomienda tener en cuenta los elementos que se expondrán a continuación en el diseño de políticas para abordar preocupaciones fundamentales para la seguridad integrada en Haití luego del desastre reciente:
1. La seguridad y el apoyo a las defensoras de los derechos humanos así como a otras/os activistas y trabajadoras/es de apoyo en casos de desastre son primordiales para afirmar los derechos humanos y para restaurar la paz y la seguridad.
Las intervenciones de las agencias internacionales de ayuda, las ONG internacionales y otros actores foráneos han jugado un rol indispensable en la respuesta a la emergencia, dada la falta de capacidad del gobierno haitiano para hacer frente a los impactos del desastre en gran escala. Pero dado que esas intervenciones son temporarias, también se debe dar prioridad al apoyo que permita la continuidad del trabajo de activistas locales, trabajadoras/es humanitarias/os y otras defensoras o defensores. Al identificar las necesidades en la emergencia, se deben incluir las prioridades de las mujeres y de otras defensoras/es en cuanto a recuperarse y volver a su trabajo. El activismo de las/os líderes y defensoras/es locales se debe integrar a las operaciones internacionales de ayuda y no debe quedar relegado por la experticia y el entusiasmo de quienes llegan del exterior.
La sociedad civil haitiana ha exigido con fuerza que los donantes no permitan que la respuesta al desastre reemplace a otras actividades que también son importantes, sino que continúen apoyando el trabajo implementado por sus organizaciones antes de que ocurriera la calamidad. Es vital no retirar los recursos a iniciativas de derechos humanos existentes, tales como programas contra violencia contra las mujeres, respuestas a la violencia sexual incluyendo refugios, fortalecimiento de capacidad para la participación política de las mujeres especialmente en la construcción de la paz, los servicios de salud reproductiva y el tratamiento del VIH SIDA, y para la educación y acciones de incidencia en varios aspectos de los derechos humanos de las mujeres. En el contexto de inseguridad pública que se presenta después de la catástrofe, hacen falta más recursos no sólo para las nuevas necesidades en términos de ayuda, sino para reconstruir estos importantísimos servicios de apoyo o programas de paz y de derechos de las mujeres que las habían establecido antes de que las golpeara el terremoto.
2. Los sistemas de prestación de ayuda humanitaria deben regirse por el principio de la no discriminación y atender a las necesidades específicas de grupos vulnerables, entre quienes se incluyen las mujeres embarazadas y los hogares encabezados por mujeres.
El principio de derechos humanos que habla de la no discriminación debe ser la piedra fundamental de todos los esfuerzos de ayuda humanitaria. Toda persona sobreviviente de un desastre tiene el mismo derecho a recibir asistencia pero cuando — en el apuro por entregar la ayuda —no se identifican las necesidades específicas y la forma de acceso a servicios básicos para los grupos vulnerables como las/os menores sin compañía, personas con discapacidades, mujeres embarazadas y hogares encabezados por mujeres, el resultado es una privación de este derecho. Además, no se debe colocar a las y los sobrevivientes en una posición de todavía más vulnerabilidad al hacer que su acceso a la satisfacción de necesidades básicas dependa de su estatus legal o de la posesión de documento oficial alguno. Se debe asegurar la distribución en áreas particularmente desposeídas más allá del centro de Puerto Príncipe, de manera que la ayuda llegue realmente a todas las personas que la necesitan.
Hace mucho tiempo que las organizaciones internacionales y movimientos de mujeres han reconocido que las mujeres experimentan una desigualdad y marginación que tienen raíces profundas — sobre todo en los países más pobres como Haití — y que sus necesidades quedan invisibilizadas y casi nunca se satisfacen. Esta situación se agrava durante las emergencias y los desastres. Nuestras hermanas haitianas nos han dicho que en las condiciones actuales y dramáticas, la respuesta a las necesidades específicas de las mujeres es muy limitada. El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) estima que hay 37.000 mujeres embarazadas que sobrevivieron al terremoto, en un país que aún en sus mejores momentos tiene la mortalidad materna más elevada del hemisferio occidental. Cada año, por cada 100.000 criaturas que nacen con vida, 670 mujeres haitianas mueren por causas relacionadas con el embarazo. En Haití, sólo el 26% de las mujeres da a luz con la asistencia de una persona calificada. Por eso, las prestaciones básicas que ofrecen las agencias de ayuda deben incluir lo necesario para atender a la salud y a la seguridad reproductiva de las mujeres y las niñas, incluyendo personas VIH-positivas, a las mujeres embarazadas o a las que estaban amamantado y perdieron a sus bebés. Es necesario ocuparse con urgencia de la atención médica de los partos y de las emergencias obstétricas/ginecológicas, como los abortos espontáneos causados por traumas y las infecciones vaginales, especialmente de mujeres en lugares remotos.
3. Las respuestas humanitarias deben incluir la atención urgente para los impactos psicológicos del desastre, la necesidad de hacer duelos y de recuperarse.
Las mujeres y sus familias deben recibir apoyo psicológico inmediato, adecuado y culturalmente sensible para hacer frente a las consecuencias de este trauma de proporciones masivas y poder crear las condiciones que les permitan recuperarse y hacer sus duelos. Hay muchos grupos en Haití y en la región que conocen las mejores formas de brindar esta ayuda; se deben apoyar sus esfuerzos para que puedan trabajar con las haitianas y haitianos para encontrar las respuestas más apropiadas.
Para contribuir al duelo y la recuperación también es una necesidad urgente apoyar el rescate prolijamente documentado de los cuerpos, los análisis forenses y la creación de un banco de datos de ADN para identificar cuerpos y poder volver a enterrarlos en el futuro. Un ejemplo de la utilidad de estas tareas lo constituyen las Abuelas de la Plaza de Mayo de Argentina, que crearon una base de datos de ADN para poder volver a vincular a las hijas e hijos de personas desaparecidas con sus familiares. Se han utilizado métodos similares para identificar cuerpos después de algunas masacres.
4. Se debe garantizar un espacio seguro para que las mujeres y las personas LGBTI se encuentren y se organicen. Esta es una preocupación fundamental en términos de seguridad, dada la prevalencia de la violencia de género en situaciones de crisis.
Es urgente que las autoridades tomen medidas para impedir todas las formas de violencia de género, cuya incidencia se ha visto que aumenta en situaciones de desastre similares a las que atraviesa Haití y especialmente en los campamentos temporarios. Por eso, la protección frente a la violencia sexual debe estar entre las consideraciones urgentes en materia de seguridad luego de la catástrofe. Se deben tomar medidas para garantizar el acceso seguro a las provisiones básicas, incluyendo la seguridad en los refugios temporarios y espacios donde reubicar a mujeres, niñas, personas LGBTI y otros grupos que pueden ser sujetos a explotación sexual así como la prevención y tratamiento del VIH SIDA. Crear carpas o centros comunitarios sólo para mujeres, como espacios autónomos en los que las mujeres y las personas LGBTI puedan juntarse para organizarse y actuar en forma colectiva, resulta esencial.
Respondiendo a esta necesidad de crear un espacio seguro para las mujeres, se ha establecido el Campamento Internacional de Solidaridad Feminista Myriam Merlet en Jemaní, en la frontera entre la República Dominicana y Haití. Organizado por grupos de mujeres de Haití, República Dominicana y otros países de América Latina, el Caribe y otras regiones, el Campamento constituye un centro de recursos para canalizar los esfuerzos de la solidaridad internacional directamente hacia las mujeres haitianas; un centro de comunicaciones que incluye transmisiones de Radio Internacional Feminista (RIF) por Internet así como redes electrónicas creadas por las redes de comunicación de las mujeres de toda la región; y un centro de salud para ayudar a tratar el duelo, las heridas y el trauma producto del terremoto. También servirá como centro para las defensoras de los derechos humanos haitianas, que así podrán vigilar, denunciar y exigir reparación para las violaciones a los derechos de las mujeres y otros abusos de derechos humanos que surjan del desastre y sus consecuencias. Las defensoras de los derechos humanos también coordinarán sus esfuerzos de gestoría y defensa en varios niveles, con el liderazgo de las mujeres haitianas, garantizando que la ayuda brindada lo sea con sensibilidad de género y que se reconozca a las mujeres y sus organizaciones como actores fundamentales en los esfuerzos de reconstrucción en el corto y el mediano plazo. El Campamento también se ocupará de recuperar la historia de los movimientos feminista y de mujeres en Haití.
5. Las y los donantes deben financiar no sólo la ayuda de emergencia sino también determinar cómo se va a distribuir la ayuda con el fin de garantizar los derechos humanos y el desarrollo del país en el largo plazo.
Durante un desastre de proporciones, es posible que se derrame una cantidad relativamente elevada de dinero sobre el país. Pero cuando el desastre deje de ser noticia, en un período que va de los seis a los ocho meses, los fondos se disiparán aunque el nivel de necesidad actual no decaiga sino que, como suele suceder después de un desastre, en realidad aumente. Cuando los recursos se tornan escasos, los grupos de la sociedad civil en general y los que luchan por los derechos de las mujeres suelen contar con todavía menos recursos para sus respuestas de ayuda y también para su trabajo cotidiano.
En situaciones de emergencia, el financiamiento no se debe centrar sólo en cubrir el auxilio inmediato, lo que constituye una mirada muy limitada. Sobre todo en una situación de inestabilidad política como la que reina en Haití las cuestiones de seguridad de antes y después del desastre están intrínsecamente conectadas entre sí, y por eso se requiere de un enfoque integral. Por eso es necesario mantener las asignaciones destinadas a atender preocupaciones fundamentales que tienen que ver con la paz y la seguridad, como la prevención de la violencia y la restauración de los derechos humanos. Si bien las necesidades humanitarias son urgentes, esto no justifica un giro drástico en el financiamiento que podría resultar en fondos ‘excesivos’ para las iniciativas humanitarias y una reducción del financiamiento disponible para reconstruir la sociedad civil y los movimientos sociales en Haití.
Los países donantes deben apoyar el llamado que hizo Francia para acelerar la cancelación de la deuda externa de Haití. Recientemente también el Fondo Monetario Internacional (FMI) emitió un préstamo por cien millones de dólares estadounidenses como extensión de su crédito vigente de 165 US$ otorgado a Haití como parte de la Facilidad de Crédito Extendida (FCE). La comunidad internacional debe exigirle rendición de cuentas al FMI por su promesa de que “el préstamo de cien millones de dólares estadounidenses no conlleva condicionalidad alguna. Es un préstamo de emergencia que apunta a lograr que la economía haitiana vuelva a funcionar”. El director general del FMI, Dominique Strauss-Kahnoan, dijo que se trata de un “préstamo sin intereses” que probablemente “terminará siendo una donación”, si la comunidad internacional está de acuerdo en cancelar la deuda de Haití. A menos que se abandonen las condicionalidades y los préstamos se conviertan en donaciones, las condiciones neoliberales adosadas a estos préstamos sólo van a exacerbar la pobreza que ya paraliza al país.
6. La respuesta militarizada a la prestación de ayuda humanitaria en Haití debería dar paso a una mayor participación de la sociedad civil y de las defensoras/es de los derechos de las mujeres y de los derechos humanos en la rehabilitación y la reconstrucción del país.
El envío de una poderosa fuerza militar a Haití por parte de EEUU, la ONU y otros países se ha visto legitimada en parte debido a la falta de un gobierno en funciones en el país que pueda hacerse cargo de las operaciones humanitarias. Pero al estar Haití ya militarizado debido a los conflictos ocurridos con anterioridad, el mayor involucramiento de fuerzas militares extranjeras en Haití más allá del muy corto plazo puede presentar serios riesgos y tener como resultado un incremento de la violencia. Lo fundamental es que la protección y la seguridad no se pueden garantizar a menos que se inviertan recursos y esfuerzos en reconstruir al gobierno y a la sociedad civil. Las defensoras de los derechos humanos y otras/os activistas de derechos humanos deberían contar con todo el apoyo necesario para el rol fundamental que desempeñan en este proceso.
Suscrito por las siguientes organizaciones afiliadas a la Coalición Internacional de Defensoras de Derechos Humanos:
Foro de Asia Pacífico sobre Mujer, Derecho y Desarrollo (APWLD)
Foro Asiático para los Derechos Humanos y el Desarrollo (Forum Asia)
Asociación para los Derechos de la Mujer y el Desarrollo (AWID)
Baobab por los Derechos Humanos de las Mujeres
Centro por los Derechos Reproductivos (CRR)
Centro para el Liderazgo Global de la Mujer (CWGL)
Coalición de Lesbianas Africanas (CAL)
Fundación Internacional para la Protección de Defensores de Derechos Humanos (Front Line)
Derechos Humanos Primero (Human Rights First)
Monitor de Información (Inform)
Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH)
Servicio Internacional de Derechos Humanos (ISHR)
Observatorio Internacional de Acción por los Derechos de las Mujeres - Asia Pacífico (IWRAW-AP) ISIS-Intercambio Internacional Cros-cultural de Mujeres (ISIS-WICCE)
Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer (CLADEM)
MADRE (Organización Internacional por los Derechos de las Mujeres)
Fondo de Acción Urgente por los Derechos de las Mujeres (UAF)
Iniciativa de las Mujeres por una Justicia de Género (WIGJ)
Mujeres Viviendo bajo Leyes Musulmanas (WLUML)
Organización Mundial contra la Tortura (OMCT)
Para mayor información, contactarse con la Coordinadora de la Coalición Internacional de Defensoras de Derechos Humanos, Mary Jane N. Real: whrd@apwld.org , www.defendingwomen-defendingrights.org
La Coalición Internacional de Defensoras de los Derechos Humanos (Women Human Rights Defenders International Coalition, WHRD IC) lamenta las muertes de las compañeras activistas Myriam Merlet, Magalie Marcelin y Anne Marie Coriolan, fundadoras de tres de las organizaciones de mujeres más importantes de Haití, ocurridas durante el catastrófico terremoto que tuvo lugar el 12 de enero de 2010 en ese país. Myriam fundó Enfofamn, una organización dedicada a crear conciencia sobre temas que afectan a las mujeres a través de los medios; Magalie fue la creadora de Fanm, una organización por los derechos de las mujeres que se ocupa de la violencia doméstica; y Anne Marie fue la fundadora de Solidarite Fanm Ayisyen (SOFA) un colectivo de servicios, gestoría y defensa. Como líderes activas del movimiento de mujeres haitianas, sus muertes así como las de otras defensoras y defensores y de innumerables individuos han significado un golpe muy fuerte para la sociedad civil en Haití.
La Coalición elogia la respuesta rápida y generosa de la comunidad internacional para brindar auxilio inmediato a las miles de víctimas-sobrevivientes del terremoto devastador. La asistencia humanitaria llegada desde el mundo entero en su conjunto ha sido fundamental para salvar vidas y también como anuncio esperanzador de un proceso de recuperación y reconstrucción para superar la vasta destrucción causada por la catástrofe. En particular la Coalición desea resaltar los valientes esfuerzos de numerosos grupos y redes de distintos sectores de la sociedad civil en diferentes países, que han compartido sus recursos, brindado su asistencia y su solidaridad.
En un país asolado por una sucesión de gobiernos autoritarios y violentos en su pasado reciente, la violencia producto del desastre se suma a la atmósfera de conflicto ya presente. Aun antes del terremoto, Haití no había podido afirmar los derechos humanos y especialmente proteger a las mujeres y a las niñas de la violencia. La violencia sexual es omnipresente, y SOFA, organización de mujeres haitianas, documentó 238 violaciones ocurridas en un período de dieciocho meses que se extendió hasta junio de 2008. El procesamiento judicial de las violaciones – que sólo se convirtieron en delito penal en 2005 — es ínfimo. Otros problemas ya existentes son la esclavitud (restaveks) y la trata de niñas y niños, que podrían fácilmente aparecer como cuestiones de gravedad en las semanas y meses por venir. También hay un riesgo inminente de aceleración de las infecciones de VIH, que eran muy altas en Haití antes del terremoto – con las mujeres representando un 60% del total de 120,000 personas que se conocía estaban infectadas con el VIH.
Se considera que la situación de violencia actual empeorará, dado que la capacidad del gobierno haitiano de gobernar y hacer cumplir las leyes se encuentra seriamente disminuída y el potencial aumento de violaciones a derechos humanos que se presenta generalmente después de desastres de esta magnitud. En este contexto, resulta imperativo afirmar que los derechos humanos, que incluyen protección y promoción de los derechos de las mujeres y niñas en igualdad de condiciones, deben ocupar un lugar central en el diseño y la prestación de toda forma de ayuda humanitaria - durante la emergencia así como en los esfuerzos de reconstrucción del país en el mediano y largo plazo. Se debe poner particular atención en asegurar el sostenimiento de los derechos económicos, sociales y culturales esenciales para todas las personas. Como señalaron las propias defensoras de los derechos humanos: “Para nosotras, la seguridad tiene que ser integrada, lo que significa trabajo, bienestar social, desarrollo y soberanía nacional... La seguridad no atañe sólo a los individuos, sino también a la comunidad como un todo.”
Específicamente, la Coalición recomienda tener en cuenta los elementos que se expondrán a continuación en el diseño de políticas para abordar preocupaciones fundamentales para la seguridad integrada en Haití luego del desastre reciente:
1. La seguridad y el apoyo a las defensoras de los derechos humanos así como a otras/os activistas y trabajadoras/es de apoyo en casos de desastre son primordiales para afirmar los derechos humanos y para restaurar la paz y la seguridad.
Las intervenciones de las agencias internacionales de ayuda, las ONG internacionales y otros actores foráneos han jugado un rol indispensable en la respuesta a la emergencia, dada la falta de capacidad del gobierno haitiano para hacer frente a los impactos del desastre en gran escala. Pero dado que esas intervenciones son temporarias, también se debe dar prioridad al apoyo que permita la continuidad del trabajo de activistas locales, trabajadoras/es humanitarias/os y otras defensoras o defensores. Al identificar las necesidades en la emergencia, se deben incluir las prioridades de las mujeres y de otras defensoras/es en cuanto a recuperarse y volver a su trabajo. El activismo de las/os líderes y defensoras/es locales se debe integrar a las operaciones internacionales de ayuda y no debe quedar relegado por la experticia y el entusiasmo de quienes llegan del exterior.
La sociedad civil haitiana ha exigido con fuerza que los donantes no permitan que la respuesta al desastre reemplace a otras actividades que también son importantes, sino que continúen apoyando el trabajo implementado por sus organizaciones antes de que ocurriera la calamidad. Es vital no retirar los recursos a iniciativas de derechos humanos existentes, tales como programas contra violencia contra las mujeres, respuestas a la violencia sexual incluyendo refugios, fortalecimiento de capacidad para la participación política de las mujeres especialmente en la construcción de la paz, los servicios de salud reproductiva y el tratamiento del VIH SIDA, y para la educación y acciones de incidencia en varios aspectos de los derechos humanos de las mujeres. En el contexto de inseguridad pública que se presenta después de la catástrofe, hacen falta más recursos no sólo para las nuevas necesidades en términos de ayuda, sino para reconstruir estos importantísimos servicios de apoyo o programas de paz y de derechos de las mujeres que las habían establecido antes de que las golpeara el terremoto.
2. Los sistemas de prestación de ayuda humanitaria deben regirse por el principio de la no discriminación y atender a las necesidades específicas de grupos vulnerables, entre quienes se incluyen las mujeres embarazadas y los hogares encabezados por mujeres.
El principio de derechos humanos que habla de la no discriminación debe ser la piedra fundamental de todos los esfuerzos de ayuda humanitaria. Toda persona sobreviviente de un desastre tiene el mismo derecho a recibir asistencia pero cuando — en el apuro por entregar la ayuda —no se identifican las necesidades específicas y la forma de acceso a servicios básicos para los grupos vulnerables como las/os menores sin compañía, personas con discapacidades, mujeres embarazadas y hogares encabezados por mujeres, el resultado es una privación de este derecho. Además, no se debe colocar a las y los sobrevivientes en una posición de todavía más vulnerabilidad al hacer que su acceso a la satisfacción de necesidades básicas dependa de su estatus legal o de la posesión de documento oficial alguno. Se debe asegurar la distribución en áreas particularmente desposeídas más allá del centro de Puerto Príncipe, de manera que la ayuda llegue realmente a todas las personas que la necesitan.
Hace mucho tiempo que las organizaciones internacionales y movimientos de mujeres han reconocido que las mujeres experimentan una desigualdad y marginación que tienen raíces profundas — sobre todo en los países más pobres como Haití — y que sus necesidades quedan invisibilizadas y casi nunca se satisfacen. Esta situación se agrava durante las emergencias y los desastres. Nuestras hermanas haitianas nos han dicho que en las condiciones actuales y dramáticas, la respuesta a las necesidades específicas de las mujeres es muy limitada. El Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) estima que hay 37.000 mujeres embarazadas que sobrevivieron al terremoto, en un país que aún en sus mejores momentos tiene la mortalidad materna más elevada del hemisferio occidental. Cada año, por cada 100.000 criaturas que nacen con vida, 670 mujeres haitianas mueren por causas relacionadas con el embarazo. En Haití, sólo el 26% de las mujeres da a luz con la asistencia de una persona calificada. Por eso, las prestaciones básicas que ofrecen las agencias de ayuda deben incluir lo necesario para atender a la salud y a la seguridad reproductiva de las mujeres y las niñas, incluyendo personas VIH-positivas, a las mujeres embarazadas o a las que estaban amamantado y perdieron a sus bebés. Es necesario ocuparse con urgencia de la atención médica de los partos y de las emergencias obstétricas/ginecológicas, como los abortos espontáneos causados por traumas y las infecciones vaginales, especialmente de mujeres en lugares remotos.
3. Las respuestas humanitarias deben incluir la atención urgente para los impactos psicológicos del desastre, la necesidad de hacer duelos y de recuperarse.
Las mujeres y sus familias deben recibir apoyo psicológico inmediato, adecuado y culturalmente sensible para hacer frente a las consecuencias de este trauma de proporciones masivas y poder crear las condiciones que les permitan recuperarse y hacer sus duelos. Hay muchos grupos en Haití y en la región que conocen las mejores formas de brindar esta ayuda; se deben apoyar sus esfuerzos para que puedan trabajar con las haitianas y haitianos para encontrar las respuestas más apropiadas.
Para contribuir al duelo y la recuperación también es una necesidad urgente apoyar el rescate prolijamente documentado de los cuerpos, los análisis forenses y la creación de un banco de datos de ADN para identificar cuerpos y poder volver a enterrarlos en el futuro. Un ejemplo de la utilidad de estas tareas lo constituyen las Abuelas de la Plaza de Mayo de Argentina, que crearon una base de datos de ADN para poder volver a vincular a las hijas e hijos de personas desaparecidas con sus familiares. Se han utilizado métodos similares para identificar cuerpos después de algunas masacres.
4. Se debe garantizar un espacio seguro para que las mujeres y las personas LGBTI se encuentren y se organicen. Esta es una preocupación fundamental en términos de seguridad, dada la prevalencia de la violencia de género en situaciones de crisis.
Es urgente que las autoridades tomen medidas para impedir todas las formas de violencia de género, cuya incidencia se ha visto que aumenta en situaciones de desastre similares a las que atraviesa Haití y especialmente en los campamentos temporarios. Por eso, la protección frente a la violencia sexual debe estar entre las consideraciones urgentes en materia de seguridad luego de la catástrofe. Se deben tomar medidas para garantizar el acceso seguro a las provisiones básicas, incluyendo la seguridad en los refugios temporarios y espacios donde reubicar a mujeres, niñas, personas LGBTI y otros grupos que pueden ser sujetos a explotación sexual así como la prevención y tratamiento del VIH SIDA. Crear carpas o centros comunitarios sólo para mujeres, como espacios autónomos en los que las mujeres y las personas LGBTI puedan juntarse para organizarse y actuar en forma colectiva, resulta esencial.
Respondiendo a esta necesidad de crear un espacio seguro para las mujeres, se ha establecido el Campamento Internacional de Solidaridad Feminista Myriam Merlet en Jemaní, en la frontera entre la República Dominicana y Haití. Organizado por grupos de mujeres de Haití, República Dominicana y otros países de América Latina, el Caribe y otras regiones, el Campamento constituye un centro de recursos para canalizar los esfuerzos de la solidaridad internacional directamente hacia las mujeres haitianas; un centro de comunicaciones que incluye transmisiones de Radio Internacional Feminista (RIF) por Internet así como redes electrónicas creadas por las redes de comunicación de las mujeres de toda la región; y un centro de salud para ayudar a tratar el duelo, las heridas y el trauma producto del terremoto. También servirá como centro para las defensoras de los derechos humanos haitianas, que así podrán vigilar, denunciar y exigir reparación para las violaciones a los derechos de las mujeres y otros abusos de derechos humanos que surjan del desastre y sus consecuencias. Las defensoras de los derechos humanos también coordinarán sus esfuerzos de gestoría y defensa en varios niveles, con el liderazgo de las mujeres haitianas, garantizando que la ayuda brindada lo sea con sensibilidad de género y que se reconozca a las mujeres y sus organizaciones como actores fundamentales en los esfuerzos de reconstrucción en el corto y el mediano plazo. El Campamento también se ocupará de recuperar la historia de los movimientos feminista y de mujeres en Haití.
5. Las y los donantes deben financiar no sólo la ayuda de emergencia sino también determinar cómo se va a distribuir la ayuda con el fin de garantizar los derechos humanos y el desarrollo del país en el largo plazo.
Durante un desastre de proporciones, es posible que se derrame una cantidad relativamente elevada de dinero sobre el país. Pero cuando el desastre deje de ser noticia, en un período que va de los seis a los ocho meses, los fondos se disiparán aunque el nivel de necesidad actual no decaiga sino que, como suele suceder después de un desastre, en realidad aumente. Cuando los recursos se tornan escasos, los grupos de la sociedad civil en general y los que luchan por los derechos de las mujeres suelen contar con todavía menos recursos para sus respuestas de ayuda y también para su trabajo cotidiano.
En situaciones de emergencia, el financiamiento no se debe centrar sólo en cubrir el auxilio inmediato, lo que constituye una mirada muy limitada. Sobre todo en una situación de inestabilidad política como la que reina en Haití las cuestiones de seguridad de antes y después del desastre están intrínsecamente conectadas entre sí, y por eso se requiere de un enfoque integral. Por eso es necesario mantener las asignaciones destinadas a atender preocupaciones fundamentales que tienen que ver con la paz y la seguridad, como la prevención de la violencia y la restauración de los derechos humanos. Si bien las necesidades humanitarias son urgentes, esto no justifica un giro drástico en el financiamiento que podría resultar en fondos ‘excesivos’ para las iniciativas humanitarias y una reducción del financiamiento disponible para reconstruir la sociedad civil y los movimientos sociales en Haití.
Los países donantes deben apoyar el llamado que hizo Francia para acelerar la cancelación de la deuda externa de Haití. Recientemente también el Fondo Monetario Internacional (FMI) emitió un préstamo por cien millones de dólares estadounidenses como extensión de su crédito vigente de 165 US$ otorgado a Haití como parte de la Facilidad de Crédito Extendida (FCE). La comunidad internacional debe exigirle rendición de cuentas al FMI por su promesa de que “el préstamo de cien millones de dólares estadounidenses no conlleva condicionalidad alguna. Es un préstamo de emergencia que apunta a lograr que la economía haitiana vuelva a funcionar”. El director general del FMI, Dominique Strauss-Kahnoan, dijo que se trata de un “préstamo sin intereses” que probablemente “terminará siendo una donación”, si la comunidad internacional está de acuerdo en cancelar la deuda de Haití. A menos que se abandonen las condicionalidades y los préstamos se conviertan en donaciones, las condiciones neoliberales adosadas a estos préstamos sólo van a exacerbar la pobreza que ya paraliza al país.
6. La respuesta militarizada a la prestación de ayuda humanitaria en Haití debería dar paso a una mayor participación de la sociedad civil y de las defensoras/es de los derechos de las mujeres y de los derechos humanos en la rehabilitación y la reconstrucción del país.
El envío de una poderosa fuerza militar a Haití por parte de EEUU, la ONU y otros países se ha visto legitimada en parte debido a la falta de un gobierno en funciones en el país que pueda hacerse cargo de las operaciones humanitarias. Pero al estar Haití ya militarizado debido a los conflictos ocurridos con anterioridad, el mayor involucramiento de fuerzas militares extranjeras en Haití más allá del muy corto plazo puede presentar serios riesgos y tener como resultado un incremento de la violencia. Lo fundamental es que la protección y la seguridad no se pueden garantizar a menos que se inviertan recursos y esfuerzos en reconstruir al gobierno y a la sociedad civil. Las defensoras de los derechos humanos y otras/os activistas de derechos humanos deberían contar con todo el apoyo necesario para el rol fundamental que desempeñan en este proceso.
Suscrito por las siguientes organizaciones afiliadas a la Coalición Internacional de Defensoras de Derechos Humanos:
Foro de Asia Pacífico sobre Mujer, Derecho y Desarrollo (APWLD)
Foro Asiático para los Derechos Humanos y el Desarrollo (Forum Asia)
Asociación para los Derechos de la Mujer y el Desarrollo (AWID)
Baobab por los Derechos Humanos de las Mujeres
Centro por los Derechos Reproductivos (CRR)
Centro para el Liderazgo Global de la Mujer (CWGL)
Coalición de Lesbianas Africanas (CAL)
Fundación Internacional para la Protección de Defensores de Derechos Humanos (Front Line)
Derechos Humanos Primero (Human Rights First)
Monitor de Información (Inform)
Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH)
Servicio Internacional de Derechos Humanos (ISHR)
Observatorio Internacional de Acción por los Derechos de las Mujeres - Asia Pacífico (IWRAW-AP) ISIS-Intercambio Internacional Cros-cultural de Mujeres (ISIS-WICCE)
Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer (CLADEM)
MADRE (Organización Internacional por los Derechos de las Mujeres)
Fondo de Acción Urgente por los Derechos de las Mujeres (UAF)
Iniciativa de las Mujeres por una Justicia de Género (WIGJ)
Mujeres Viviendo bajo Leyes Musulmanas (WLUML)
Organización Mundial contra la Tortura (OMCT)
Para mayor información, contactarse con la Coordinadora de la Coalición Internacional de Defensoras de Derechos Humanos, Mary Jane N. Real: whrd@apwld.org , www.defendingwomen-defendingrights.org
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