jueves, 2 de diciembre de 2010

"Hay más médicos haitianos en Quebec que en todo Haití", destaca experto

02 de diciembre de 2010 • Haití, el país más pobre de América, es también el que ha contado con un mayor desarrollo de la escuela privada y el que más profesionales exporta de toda Latinoamérica, según Pablo Gentili, uno de los responsables del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales.
"Hay más médicos haitianos en Quebec que en todo Haití", destaca el experto en una entrevista con Efe a modo de ejemplo gráfico del estado en que se encuentra el país caribeño y su sistema educativo, que ya antes del terremoto de enero pasado sufría un abandono total.Los datos aportados por Gentili, secretario ejecutivo adjunto de CLACSO, dibujan un preocupante escenario: más del 80% de los niños haitianos escolarizados antes del terremoto asistían a una escuela privada y en los últimos años han salido del país casi el 85% de los haitianos con nivel superior de educación.
Además, Haití gasta menos del 2% de su Producto Interior Bruto (PIB) en educación, muy por debajo del 5,2% de Brasil, el 6,3 de Bolivia y el 13,6 de Cuba, según los datos recogidos en el documento "2012 Metas Educativas. La educación que queremos para la generación de los Bicentenarios".
Así, según un informe de la Coordinación Haití-Europa, son las familias haitianas las que se hacen cargo de un 65% de los gastos educativos, que, de media, pueden alcanzar los 70 dólares anuales en el nivel preescolar y 160 en una escuela primaria.
Eso en un país con un ingreso medio per cápita de algo más de 400 dólares anuales.
"El principal gasto de los haitianos con niños es la educación", subraya Gentili, autor de más de una docena de libros sobre políticas educativas y procesos de privatización.
Esto ha sido posible porque, "antes del terremoto, el Banco Mundial orientaba la ayuda en Haití básicamente en subsidios para que las familias pudieran pagar escuelas privadas".
Centros educativos, añade, sólo reconocibles "porque ves escrito escuela", ya que operaban en condiciones precarias, mezclados con viviendas y negocios, y que ya antes del terremoto sufrían derrumbes "porque estaban mal construidos".
"El día que la tierra se movió, se cayeron todas las escuelas" y se puso de manifiesto la situación en la que se encontraba la educación en el país, agrega Gentili, también director de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) en Brasil.
Ante este desolador panorama, el experto hace un llamamiento a la comunidad internacional para que ayude a reconstruir el sistema público de educación en Haití.
"Tenemos que construir escuelas o ayudarles a construir escuelas", porque si no, indica, cuando la ayuda internacional salga del país "van a llegar los empresarios".
"Hoy, hacer universidades privadas en Haití es un negocio, con todos esos jóvenes sin escolarizar o lo que ya se escolarizaron y no tienen donde estudiar", apunta.
La ayuda internacional también tiene que dirigirse a garantizar que los haitianos que se forman en el exterior puedan volver a su país a ejercer su profesión, "porque Haití necesita profesionales haitianos, también extranjeros, pero fundamentalmente haitianos, porque esos son los que se van a quedar", señala.
Gentili recuerda que el terremoto de enero pasado causó la muerte a mil universitarios al derrumbarse un edificio. "Si Haití se queda también sin los jóvenes que sobrevivieron, su situación va a ser mucho peor dentro de cuatro o diez años", concluye.

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