viernes, 26 de febrero de 2010

Haití: Poco a poco el pájaro hace su nido

viernes 26 de febrero de 2010Raimundo Gómez (AIN, especial para ARGENPRESS.info)

Puerto Príncipe, Paciencia, resignación, esperanza, fe, confianza…

No pudiera definirse con un solo vocativo tales sentimientos, la actitud, el comportamiento común que se observa en los miles y millones de haitianos que circulan por las calles y avenidas en las ciudades, por los caminos y veredas de los poblados rurales o, sencillamente permanecen agachados, sentados o recostados a cualquier muro, pensando, pensando, pensando…



Y no es que el sismo del 12 de enero provocara esta manera de conducirse de tantas personas que, por supuesto, son reconocidas como las que viven por debajo de la línea de pobreza en el Haití, el de, como su nombre representaba en lengua arahuak, “Tierra de altas montañas”.

La vida, antes del terremoto, les provocaba esa manera de conducta y pensamiento a los haitianos “de a pie”, a los no pertenecientes a la clases media o alta de este país.

Al haitiano le sobresale un sentimiento que no pocos lo vinculan a una convicción propia de estar viviendo bajo los efectos de una ancestral maldición.

Así lo cultiva su tendencia a la religiosidad, y al seguimiento, casi esclavo, de cánones místicos, que no son, precisamente, todos los traídos por sus antecesores desde el África y que hoy se manifiesta en la práctica del voudu, sino los impuestos desde la óptica de los antiguos amos europeos y sincretizados en sus actuales formas de ver la vida.

El país desde 1900 ha sido azotado por 16 huracanes, 27 severas inundaciones, un gran sismo y siete fuertes sequías.

Y los haitianos han vuelto, una y otra vez, a comenzar casi desde cero sus actividades.

Las inundaciones provocadas por el paso de los ciclones Fay, Gustav, Hanna e Ike, en agosto y septiembre del 2008, les dejaron más de 900 muertos, 800 mil personas afectadas y cuantiosos daños económicos.

Sus alimentos, encarecidos en sus precios, convertidos de país exportador de productos agrícolas en importador de ellos; bajo nivel de empleo, con salario mínimo real disminuyendo constantemente y con las repercusiones de las crisis mundiales, en una nación acreedora con una deuda que la consume por el pago de sus servicios, dependiente de la llegada de fondos de la cooperación internacional y remesas familiares.

Haití es el país de América con más alta tasa de incidencia y prevalencia de SIDA y elevada tasa de mortalidad materna e infantil, entre otros males en la salud.

Todo eso vivió y vivía el haitiano antes de este 12 de enero.

Y persistía en su accionar diario, con el rostro enjuto, pocas veces variado por una sonrisa o por una broma ajena.

Solo así se explica la persistencia de esta mujer, Desline Sirene, comerciante informal, que día a día permanece ante la improvisada tarima de madera vieja y rústica, ofertando los productos que, una y otra vez, son recogidos, guardados en medianos y grandes huacales, conducidos por hombres hacia oscuros y lejanos locales del lugar, para a la jornada siguiente, volver a ser extendidos en la misma tarima y ofertados al publico ambulante por ella con su mismo rostro del día anterior.

Y el número de sus mercancías no disminuye gran cosa entre una y otra jornada.

Miles y miles de mujeres como ella se dedican a la misma actividad comercial, voceando unas, mientras otras solo miran los rostros del público que pasa: pero ninguna logra que sus mercancías tengan una rotación que deje frutos.

Esa ley capitalista de la circulación y rotación mercantil del dinero, no se les cumple con la celeridad requerida a Desline y las miles de mujeres comerciantes haitianas.

Pero siguen ahí, día tras día, con esa estoica paciencia, como los pájaros de su país diciéndose a sí misma y a los demás:

“piti piti zouazo fé nich li”.

“Poco a poco el pájaro hace su nido”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario